jueves, 12 de enero de 2012

Tin Tin y la amenaza Spielberg

¿Cuál era el encanto de las correrías de Tin Tin? Difícil decirlo, pero eran tiempos en que las historietas también podían ser ingenuas y convivían las de aventuras, las cómicas, las casi noveladas, con las duras y más adultas. Tin Tin reunía la aventura con el misterio, las pesquisas detectivescas y los viajes alrededor de un mundo exótico, y el humor simple de los tropiezos, los golpes y las confusiones. Debo reconocer que hace tiempo que no he vuelto a mirar aquellas entrañables historietas pulcramente dibujadas y exquisitas en los detalles, y tal vez sea mejor así.
Por eso ver el Tin Tin de Spielberg es algo desalentador. Sin duda, los elogios por el nivel alcanzado con la tecnología del capture motion son totalmente merecidos. La calidad de las imágenes, la continuidad y la fluidez de los protagonistas, el detalle de cada escena y la ambientación, seguro son para un premio. Aplaudamos eso. Por lo demás, aunque sea Tin Tin, aunque los personajes se vean tal cual en la historieta, aunque nos esforcemos por recordar cuánto nos gustaba aquella creación de Hergé, lo cierto es que la película, simplemente, aburre.
Ni las escenas de acción perfectamente hilvanadas, ni la forma ingeniosa en que Tin Tin escapa una y otra vez de sus enemigos, ni la simpatía a la fuerza que buscan generar con las imposturas del buen capitán Haddock tienen conexión una con otra ni emocionan en lo absoluto. Los agentes Hernández y Fernández (Dupont et Dupond en el original francés) jamás llegan a ser graciosos, por más situaciones a las que los expongan. Y escuchar a Tin Tin a cada paso reflexionar y anunciar lo que va a hacer, o comentar lo que piensa que va a suceder o su discurrir por una y otra clave es simplemente agotador. Ver esta película es como seguir el rostro impasible de los personajes, que aunque repliquen el diseño de las viñetas, nos siguen pareciendo monigotes sin expresión y sin vida. Tal como la película.
Tal vez Spielberg eligió Tin Tin porque bien podía compartir con Indiana Jones ese género de fantasía y aventura que tanto le gusta. Pero olvidó que no se trataba de hacer que una figurita digitalizada y en 3D sea idéntica al Tin Tin de tinta y papel, sino que fuese Tin Tin. No se trataba de replicarlo en un alarde de tecnología que da vértigo, sino de transmitir lo que nos dejaba en el alma Hergé cada vez que terminábamos una de sus historias.
Hay quienes celebran el virtuosismo técnico, la calidad visual, las malabares escénicos, la promesa de una trilogía. Pero creemos que no hay guion ni arte para contarlo, al menos en esta primera entrega. En algunos momentos se peca de un infantilismo absurdo.
Sin duda habrá que esperar la segunda parte con ánimo esperanzador. Pero aquí entre nos, vería con gusto en la tele la cuarta parte de Indiana Jones (sí, esa de la Calavera de Cristal) antes que este Tin Tin autómata y zombi.


Eso sí, el trailer les quedó muy bien.
  




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