miércoles, 29 de febrero de 2012

Terminando un mes

Al mes que se nos va, febrero, frecuentemente lo llaman el mes del amor por el hecho de que el día 14 se festeja el llamado día de los enamorados o día de San Valentín (que alguien me diga quién fue San Valentín por favor).


También se dice que el 14 de febrero es el día el amor y la amistad pero muy pocos celebran la amistad ese día. Y es que es tradición dedicar ese día a nuestra pareja y celebrar el estar juntos.


En la mencionada fecha las canciones relacionadas al amor suenan por donde vayamos, lo curioso es que en una fecha donde se celebra el estar juntos hay quienes prefieren las canciones que hablan de amores perdidos y rupturas, lo que me da a entender que muchos no se detienen a escuchar realmente lo que la letra dice.


¿No sería mejor regalar una melodía que habla de lo bien que nos sentimos al estar junto a quien amamos?
Glenn Frey nos habla de ello en True Love (del álbum Soul Searchin de 1987)


Eric Clapton, nos habla de lo maravillosa que la vemos en Wonderful Tonight (del álbum Slowhand de 1977)


Pero si lo que en verdad te gusta es sufrir por un amor perdido, recomiendo, por lo menos, hacerlo como The Cure lo describe (en parte) en Just Like Heaven (del álbum Kiss Me, Kiss Me, Kiss Me de 1987)


¿Por qué ponemos este tema al final del mes y no el mismo 14?
Bueno, es porque creemos que todos los días debemos disfrutar de quien comparte nuestra vida... y porque se nos pasó el 14 de febrero...





El terror por dentro

En los últimos años, buena parte de las cintas de terror apela a una fórmula constante de cámaras en movimiento y recursos efectistas que buscan hacer saltar a los espectadores más por reflejo que por lo aterrador de la historia que se cuenta.
El último recurso lo trajo The Blair Witch Project (1999) que hizo de la cámara en mano y la apuesta por el falso documental una fórmula exitosa. Claro, poco después vimos esto repetido al infinito. Pasaron varios años y llegó Paranormal Activity (2007) que apeló a la misma idea: supuestas grabaciones que documentan un hecho, pero con la novedad de que se adentraban en un escenario cotidiano (todo sucede en el interior de un hogar). Fue un éxito y de ahí llegaron dos secuelas en el 2010 y el 2011, y se espera una cuarta para finales de este año.
Así, el uso de los supuestos videos o grabaciones hechos por los propios protagonistas se ha aplicado en mayor o menor medida en largometrajes como The Descent (2005) que tuvo una segunda parte en el 2009. La carga dramática de los personajes, la sensación de reclusión en una laberinto bajo tierra y la presencia concreta de una amenaza real (por supuesto terrorífica) dieron cierto mérito a la primera entrega.
Similar conceptó aplicó The Fourth Kind (2009) con Milla Jovovich que jugaba con la idea de que la historia se basaba en un hecho real (que por cierto no era así), aunque tuvo la originalidad de mostrar los supuestos videos reales junto con la recreación de los mismos. En este caso, los malos no venían de ultratumba, lo que aportaba cierta novedad. Las partes más efectivas (y efectistas) corrían a cargo de los supuestos videos grabados, aunque hay que reconocer que la historia era interesante.
Ahora llega The Devil Inside (2012) que apela a todo esto y explota la idea de las personas poseídas y el exorcismo, tal como se vio en The Rite (2011) con Anthony Hopkins. En The Devil Inside nuevamente regresa el estilo tipo documental y la falsa idea de que está basada en un hecho real. ¿Vale la pena verla? Para quien guste de este tipo de películas, tal vez, aunque de seguro está por debajo de The Rite (que aunque es más tradicional en su propuesta es mejor película). Eso sí, The Devil Inside tiene escenas que cumplen con asustar al espectador, sobre todo porque la ventaja del estilo documental es que lo acerca a lo que sucede y con ello a la sensación de vulnerabilidad y peligro de los protagonistas. En realidad merece ser vista en video y no en cine. Pero es cuestión de gustos.
Tal vez donde mejor se logra esta sensación de acechanza permanente y el paso del terror al horror es en las películas asiáticas. Ejemplo de ello son Ringu (1998) de Hideo Nakata y Ju-On (2002) de Takashi Shimizu. En el terror asiático la cercanía y la sensación de terror no se soporta en el efecto de los supuestos videos caseros (aunque se use este recurso), sino en las historias mismas y en que el horror se confunde con lo cotidiano: el hogar y la vida común son asaltados por lo inesperado. No hay sucesos extraordinarios y los protagonistas son personajes comunes y corrientes, no están en un viaje o tras alguna búsqueda ni envueltos en alguna profecía apocalíptica. El horror espera al abrir la puerta de casa. Eso es lo que aterra.

martes, 28 de febrero de 2012

Star Wars y la verdadera fuerza

Star Wars (1977) es y será un fenómeno cinematográfico que trasciende los límites de la pantalla grande. Lo vemos todos los días, en cientos de miles de referencias, homenajes, propuestas artísticas y culturales, e incluso en la rutina diaria.

Hay de todo y para todos los gustos, pero en el año 2009, a Casey Pugh se le ocurrió una idea que aprovechó al máximo dos elementos poderosos: un concepto cultural que trasciende fronteras, ideologías y edades (Star Wars) y una plataforma (Internet) capaz de enlazar a cientos de miles de personas que comparten una afinidad u objetivo común.
Así, lanzó The Uncut Project: Pugh dividió la película creada por George Lucas en segmentos de 15 segundos. Luego, invitó a todo aquel que deseara a recrear alguna de esas miniescenas.
La respuesta fue inmediata y tras un arduo trabajo de selección y edición, el resultado fue un largometraje tal cual el original, pero integrado por las incontables escenas enviadas por miles de participantes.


The Uncut Project (www.starwarsuncut.com) ha recibido numerosos reconocimientos por su creatividad, entre ellos un Emmy en el 2010, por la manera ingeniosa que explora y aprovecha los recursos de un medio interactivo. El largometraje se puede evaluar y analizar en diversos niveles, pero es sin duda una muestra de las posibilidades de la web como medio para integrar y generar un producto comunitario. Además, es divertido de ver y hasta impresiona imaginar cuántas personas de diversas partes del mundo lo hicieron posible.
La experiencia es simplemente extraordinaria dada la diversidad de propuestas visuales (desde las muy simples y entusiastas hasta las más elaboradas y creativas). El largometraje dura tal cual la película original, pero basta solo unos minutos para disfrutar al máximo este filme.  


lunes, 27 de febrero de 2012

La felicidad según Stitch

Esta vez nos detenemos en una obra más bien pequeñita y simple. Los memoriosos de seguro recordarán Lilo y Stitch (2002) y de cómo apareció con una serie de tráilers en donde Stitch ponía de vuelta y media al resto de personajes de Disney interactuaba en escenas del Rey León (1994), La Sirenita (1989) y Aladino (1992), por ejemplo, lo que hacía imaginar una propuesta diferente. Lo cierto es que resultó una película bonita pero sencilla, con un personaje más bien travieso (Stitch) y una dulce y pequeña niña (Lilo). Bonita y dulce, pero una obra menor (incluso su costo fue modesto frente a otras producciones de Disney).
Sin embargo, siempre nos quedó la sensación de que había algo muy sensible en aquel filme. Y es que hay un trasfondo en el origen y en el vínculo entre los protagonistas centrales: ambos carecen de padres, ambos están solos y solo se tienen el uno al otro (al menos al inicio). Es verdad que hay incontables largometrajes infantiles con similar premisa, pero en este filme dicho aspecto es parte central de la historia. Por cierto, nuestra reflexión no incluye aquí al anime (las dibujos japoneses son otro cantar).
En Lilo & Stitch sus carencias no son parte del decorado ni elementos anexos que se dejarán de lado o se perderán con el transcurrir de la historia. A lo largo del filme se recuerda lo que no tienen, aquello que perdieron; es más, los personajes lo asumen, lo hacen parte de ellos y buscan ser felices. La frase más bella de todo el largometraje, dicha por Stitch, es “This is my family. I found it, all on my own. Is little, and broken, but still good. Yeah, still good (Esta es mi familia. La encontré. Es chiquita y rota, pero es buena)”.


viernes, 24 de febrero de 2012

Kick-Ass, los malos y Elvis

Es curioso que en una cartelera en donde abundan las películas de acción y con un público habituado a los filmes de justicieros y superhéroes, Kick-Ass (2010) haya pasado sin pena ni gloria por nuestras salas. Ya es habitual que nuestra cartelera incluya cintas sin mayor promoción y de perfil bajo que cubren los géneros de terror, misterio u acción; como para llenar los vacíos a la espera de los grandes estrenos. Lo singular es que hace dos años Kick-Ass llegó sin siquiera un tráiler que la promocionara ni despertó mayor interés de la crítica local. Estuvo en cartelera solo unas semanas, pero fue una grata sorpresa para quienes, sin mayor expectativa, se animaron a verla en alguna sala de cine.

Basada en el comic de Mark Millar, y con un guion de acertada adaptación, este película fue, para nuestro gusto, una de las mejores que vimos aquel año. Sin desligarse de la propuesta esencial del cómic (un adolescente que decide convertirse en superhéroe sin tener idea del lío en que se va a meter), la película empieza con un aire más bien juvenil (algo así como el primer Spider-Man), es sarcástica, tiene tonos de humor negro y reúne secuencias de acción (sobre todo las dos centrales) para el recuerdo. Es cierto que el cómic es más ácido, violento y crudo, y por ello el mérito del director, Matthew Vaughn: logró dosificar todo lo anterior para ofrecernos una película divertida, bien contada y con toques épicos que, en su estilo, nada tiene que envidiar a otros largometrajes del género.

¿Cuál es la emoción que generan determinada escenas de acción en Kick Ass? Tal vez el que, más allá de la ironía, el sarcasmo, los momentos cómicos y el hecho de ser una película "para pasar el rato", la esencia del superhéroe está ahí. Aquel personaje surgido para hacer justicia, cuando es imposible tenerla, y que a pesar de sus defectos puede alcanzar momentos de sublime sacrificio (la escena de Big Daddy al colocarse el antifaz es una de las mejores por la forma en que presagia la fatalidad por venir). La elección de John Murphy para la melodía ambiental es clave, pues conmueve en determinas partes y complementa un soundtrack muy acertado que aporta emoción y adrenalina. 

jueves, 23 de febrero de 2012

Una melodía en el cosmos

John Murphy (Liverpool, 1965) es un compositor inglés al que le debemos muchas de las mejores melodías que hemos escuchado en varias películas de los últimos años. Su facilidad para introducirnos en una atmósfera íntima convierte una escena en una experiencia que la sola imagen no nos podría regalar.

Es cierto, en Lock, Stock and Two Smoking Barrels (1998) el estilo es tribal y delirante (lo que va muy bien con el filme de Guy Ritchie), pero en 28 Days Later (2002), Millions (2004) y Sunshine (2007) de Danny Boyle, puede hallarse una sensación más contemplativa y trascendente. Por algo Michael Mann –que tanto gusta de las momentos solemnes– lo eligió para su versión cinematográfica de Miami Vice (2006).

Dicen que los sonidos más básicos de la naturaleza y del cosmos generan en nosotros una perturbadora calma y también una ansiosa paz interior. Puede ser una contradicción, pero ¿acaso no hay nada más acompasado que los latidos del corazón y también nada más imprevisible que aquel cuando los sentimientos nos agobian? Quizás por eso funcione este video.

Las notas pertenecen al conocido Adagio in D Minor de John Murphy y la imagen (junto con la voz en off al final) a la película de ciencia ficción Sunshine de Danny Boyle. Imagen y melodía en acertada combinación. A partir de ambas podemos soñar incontables historias.


miércoles, 22 de febrero de 2012

El misterio de Hugo

Debemos reconocer que tras ver La invención de Hugo Cabret (2011), el tan promocionado filme dirigido por Martin Scorsese (Queens, 1942), no llegamos a comprender la razón por la que este largometraje ha recibido tan contundentes y favorables críticas.
Y es que Hugo no es nada diferente al resto de películas infantiles (aunque en realidad diría más bien familiares) de los últimos años: diálogos y argumentos simples, efectos especiales y una historia contada sin mucho brillo ni creatividad. La dirección del filme es tan acartonada y simple que directores tan dispares como Robert Zemeckis, Ron Howard y Chris Columbus se nos vienen a la mente para encargarles esta película, pues el resultado habría sido el mismo. 
En Hugo no hay aventura, vuelo imaginativo ni la emoción de una historia inolvidable como Neverending Story (1984) de Wolfgang Petersen; ni siquiera como lo que promete el trailer. Y eso que desde la primera escena se hace referencia a los mecanismos y artilugios que hacen funcionar el mundo (desde los pequeños juguetes, hasta las grandes máquinas e incluso las relaciones entre las personas). Y nada cautiva más a un niño que desarmar algo para descubrir las incontables piezas que lo integran y le dan movimiento.
Acerca del argumento, Hugo Cabret es un niño huérfano que vive oculto en una estación de tren del París de los años treinta; en su afán de hacer funcionar un viejo autómata (una máquina con movimiento propio que imita la figura humana) conocerá los orígenes de una de las más bellas creaciones del hombre: el cine. Suena bien ¿no es cierto? Pero todo queda en una serie de sucesos que pudieron contarse de forma más lúdica y entretenida.

martes, 21 de febrero de 2012

Todo lo que quiero

Un amigo me preguntó hace unos días sobre las cosas que en realidad quería hacer. Respondí que aquel no era un tema nuevo para mí, pues ya tenía una respuesta concreta. Lo dije ante las comentarios y reacciones apresuradas de los demás participantes de la conversación que, al parecer, nunca habían pensado en ello.


Y es que en verdad hacía tiempo que no veía tantas reacciones de asombro y sorpresa ante una simple pregunta.


Luego, pensando un poco en el tema, me di cuenta de que en efecto no pensamos en lo que realmente queremos hacer o no nos damos el tiempo para pensarlo.


Claro, podemos ser tan ambiciosos como lo es el personaje que describe Silvio Rodríguez en su divertido tema La Primera Mentira (del álbum Unicornio de 1982).


O quizá podamos ser un poco más románticos como lo describe Bono en All I Want Is You (del álbum Rattle And Hum de 1988).


En todo caso, pienso que tener claro qué es lo que queremos nos hace saber qué es lo que vamos a hacer para alcanzar esas metas y, obviamente, dirigir nuestros esfuerzos.


Tener una meta es una manera de ser mejores. Creo yo.

Los libros, las películas y Radiohead

Las buenas películas, como los buenos libros o los bellos recuerdos se mantienen latentes en nosotros. Una frase perfecta, una escena inolvidable, un hecho conmovedor seguirán enriqueciéndonos de una u otra manera, pues nos acompañarán a lo largo de nuestras vidas y su significado y valor adquirirán diferentes matices conforme vayamos avanzando en años.

La vida nos enseña, nos regaña, nos da nuevas oportunidades y el conocimiento adquirido se reevalúa a cada instante. No miraremos de la misma forma un atardecer en la plenitud de nuestras facultades que en el ocaso de nuestras vidas. No se toma igual una ofensa en la juventud que en la vejez. Una obra de arte se contempla de una forma cuando aún no se ha conocido la embriaguez de los sentidos y de otra cuando se carga el recuerdo del verdadero amor.
No se es la misma persona nunca, como no se mira un largometraje de la misma forma cuando regresamos a verlo, ni un libro se goza por igual en cada relectura. Con el tiempo, nos liberamos de la vanidad y el egoísmo juvenil, de la arrogancia y la ambición de la madurez. Nos volvemos más calmos, un poco más generosos y a veces incluso mejores.
En todos los casos, la certeza de nuestra mortalidad, si es que no se nos adelanta por un azar del destino, nos llega de a pocos, en las marcas del tiempo en el rostro de nuestros seres queridos, en el cansancio de nuestros propios cuerpos, en el reflejo de nuestra propia imagen. En las obras a las que regresamos.
Las buenas películas, como los buenos libros o los bellos recuerdos se abren a nosotros más fáciles de entender cuanto más pasa el tiempo en nuestras vidas. En ocasiones, ser conscientes de eso es maravilloso. En otras, es preferible no saberlo.

Todo es evolución, ¿no es así Thom?

lunes, 20 de febrero de 2012

Requiem

Dos grandes figuras de la música nos dejaron hace poco. Sus estilos y su legado son tan distintos como los países donde nacieron y los idiomas en los que nos entregaron sus obras.


Claro, es mucho más lógico llorar a un ser querido que a alguien más lejano como un músico, un escritor, un director de cine,  un actor, un dibujante o un guionista, pero son  justamente esos acontecimientos los más comentados en todo el mundo. Algunos lo harán por simple moda, otros porque les entristeció el hecho y el resto porque admiraban a quien se fue.


Sirva esta tribuna a modo de homenaje para dos grandes que se fueron y esperemos que pase mucho tiempo para que otros grandes los sigan.



viernes, 17 de febrero de 2012

En la gran sala

La pregunta habitual ¿Qué nos trae la cartelera esta vez? Demos una breve mirada a lo que llega en esta y las próximas semanas, todo cortesía de Hollywood salvo The Iron Lady (Reino Unido).

Hugo (2011). Por estos lares el título es La invención de Hugo Cabret y está basada en la novela del mismo nombre, obra del escritor Brian Selznic. Somos sinceros, las películas de fantasía han llegado a colmar el vaso y muy pocas han tenido el encanto de The Neverending Story (1984), la creatividad de The Dark Crystal (1982) o la sugestiva puesta en escena de Labyrinth (1986). Claro, nos referimos a películas dirigidas a todo público, pues El laberinto del fauno (2006), que fue una grata sorpresa, no era para niños. Sin embargo, tras los efectos especiales y todo el mensaje cliché esperable en un film como este, parece que Hugo merece ser vista. Tiene buenas críticas, por lo que imaginamos que el buen Martin Scorsese (director) tuvo algo que ver.

Extremely Loud & Incredibly Close (2011). O simplemente Tan fuerte y tan cerca.
Veamos, Stephen Daldry, director de Billy Elliot (2000) y The Hours (2002), recibió este encargo que tiene como personaje central a un niño y su, digamos, visión del mundo, cuyos padres están a cargo de Tom Hanks y Sandra Bullock. No diremos más, pero nos viene a la mente August Rush (2007). Para quienes gusten de este tipo de largometrajes.

Chronicle (2012). Un argumento ya visto antes: el personaje que adquiere poderes inesperados y que es motivo para un sinnúmero de efectos especiales a fin de llenar los ojos del espectador. Esta vez se trata de tres adolescentes y lo que estos desencadenan al confrontarse con sus nuevas habilidades. Lo curioso es que al parecer el filme tiene méritos y valdría la pena de ser visto, si nos dejamos guiar por los buenas críticas que ha recibido.

The Iron Lady (2011). Una película sobre Margaret Thatcher que pretende mostrar el lado humano y vulnerable de un personaje otrora poderoso y controvertido. Las reacciones en contra del film por parte de seguidores de la ex primera ministra le dio una beneficiosa publicidad. Lo cierto es que no parece ser nada del otro mundo, aunque ha servido para el lucimiento de Meryl Streep.

War Horse (2011). Dirigida por Steven Spielberg y motivo de un post anterior. Si se trata de elegir, es una bonita película, algo inocente (recuerden que se estrenó en Navidad para Estados Unidos), un poco lenta sobre todo al inicio, pero recomendable para salir del cine con el ánimo en alto.  


Underworld Awakening (2012). Anunciada para el 1 de marzo en nuestras salas. Con una atmósfera oscura que hizo parecer más de lo que era al primer filme, Underworld (2003); una segunda parte más interesante, Underworld: Evolution (2006); y una tercera para no tomar muy en cuenta Underworld: Rise of the Lycans (2009), llega esta cuarta, y quién sabe si una quinta parte.
Acción a cargo de una guapa protagonista (Kate Beckinsale) que enfrenta a malvados, monstruos y organizaciones clandestinas de pérfidas intenciones. Cualquier similitud con la bella Milla Jovovich y la saga de Resident Evil no es pura coincidencia. Ya hemos tenido bastante de este género, pero no hay pecado en verla.

My Week with Marilyn (2011). Película basada en la novela homónima de Colin Clark (1932-2002), quien narra su memorias, es decir la de un joven Clark (Eddie Redmayne), testigo de las vivencias de Monroe (Michelle Williams), Laurence Olivier (Kenneth Branagh) y Arthur Miller (Dougray Scott) en el verano de 1956, durante la filmación de la película The Prince and the Showgirl. Ha recibido buenas críticas y asumimos que es una de esas correctas películas de época, sostenida por una adecuada adaptación de un libro exitoso.

Ghost Rider: Spirit of Vengeance (2011). ¿Alguien podía imaginar que luego de la intrascendente Ghost Rider (2007) se animarían a probar con una segunda entrega? La crítica no ha sido muy complaciente con esta segunda parte, aunque tampoco se podía esperar mucho. Nos reservamos nuestra opinión.

A propósito, The Descendants (2011), con George Clooney, está aún en las salas y es una agradable y simpática película de Alexander Payne, el mismo director de About Schmidt (2002) con Jack Nicholson, y Sideways (2004), que por aquí se proyectó como Entre Copas.

Para finalizar, en cuanto a gustos y colores, siempre seremos los reyes y señores de nuestras apetencias, opiniones, deseos y anhelos. Las críticas, comentarios y sugerencias que brindamos aquí son solo una guía. Si una película nos gusta (o te gusta), sea cual fuese, entonces ha cumplido su cometido. Que para eso es la fantasía del cine… para ser feliz.

miércoles, 15 de febrero de 2012

El juego más intenso


El béisbol y el fútbol americano han sido fuente inagotable de películas que han hecho de la entrega individual y el esfuezo de un grupo, y la superación ante la adversidad, una constante. La mayoría combina el drama más bien ligero con tonos de comedia, pero también hay algunas de mayor carga emotiva y otras totalmente inclinadas a un estilo jocoso y hasta chirriante. Eso sí, todas reúnen personajes carismáticos, optimistas y hasta heroicos. Es cierto que lo mismo se puede decir del baloncesto, el hockey sobre hielo, el box y cuanta otra disciplina deportivas nos podamos imaginar.

Pero esta vez queremos detenernos en el béisbol y recordar filmes tan variados como The Pride of the Yankees (1942), The Natural (1984), Bull Durham (1988), Eight men out (1988), Major League (1989), Field of Dreams (1989), A league of their own (1992), The Babe (1992), Cobb (1994), For Love of the Game (1999), Bad News Bears (la original de 1976 y el remake de 2005), y paremos de contar. Así, cada cierto tiempo la fórmula se repite, ya sea con una historia más bien original o basada en hechos reales, que es la que genera ese efecto tan contundente al final del largometraje: con esas breves líneas que nos cuentan qué fue de la vida de los personajes de la cinta en el mundo en que vivimos.

Moneyball (2011) tiene el atractivo de no centrarse en el juego mismo, sino en la historia real de Billy Beane (Brad Pitt), gerente del equipo de béisbol de Oakland Athletics, que apeló a las estadísticas para seleccionar a los jugadores y adecuar estrategias en el campo de béisbol que le permitieron rivalizar con los grandes equipos de presupuestos millonarios. Así, lo que se enfrentó fue una propuesta más bien racional a toda la tradición de un juego arraigado en la cultura norteamericana. Una pantalla de computador y resultados matemáticos se impusieron para horror de los cazadores de talentos, los entrenadores, los periodistas deportivos y los dueños de los equipos de entonces. Es el individuo contra el sistema, la entereza de quien apuesta por un ideal a pesar de tener todo en contra y logra vencer.

Hasta aquí la anécdota que da base al film llevado con acierto por Bennett Millar, el mismo de Capote (2005), que halla en el personaje de Beane el otro eje de su historia y tal vez el principal. Pues es lo que hacen Beane y Peter Brand (a cargo de Jonah Hill e inspirado en Paul DePodesta, otro reconocido ejecutivo de béisbol de similar metodología), lo que determina en buena cuenta la fuerza de la película. No estamos ante una victoria en su plenitud, sino ante el triunfo de los que siempre estarán en la brecha de la incertidumbre, tal vez porque su lucha es en realidad consigo mismos.

La película está lejos de las acciones del juego salvo cuando es necesario contarnos la evolución del equipo y su paso del fracaso a la senda del triunfo. Para sobrellevar con éxito las partes más bien de oficina, de cálculos, de explicaciones, de diálogos entre antagonistas y estadísticas, Millar se apoya en Aaron Sorkin. Sorkin fue el guionista de The Social Network (2010), un filme donde también se narra con acierto visual la parte más bien técnica de como nace el hoy popular Facebook, para centrarse en las vivencias de los protagonistas.

Brad Pitt compone una actuación correcta, aunque limitada; basta recordar a Al Pacino en Any Given Sunday (1999) y saber que una versión más joven de él habría compuesto un personaje de Billy Beane con mayores matices. Pitt es movimiento e hiperacción por un lado y quietud contemplativa en otro, ese ha sido siempre su rango actoral. Pero funciona. A su vez, Jonah Hill hace una simpática actuación y replica el aire desubicado y vulnerable de, por ejemplo, Get Him to the Greek (2010), aunque en un registro menor y sin los momentos descarriados propios de la comedia. ¿Pero de ahí a nominarlo a mejor actor secundario? Parece demasiado. Lo mismo en el caso de Pitt como protagonista central.

El individuo contra el sistema, repetimos, en tono optimista, pero con el aliciente de un final verosímil y consecuente con la terquedad del personaje de Beane. Una película al gusto de Hollywood y los premios Oscar. ¿Vale la pena verla? Sin duda. Bien narrada –aunque los saltos atrás para contarnos la vida de Beane, necesarios para componer el personaje, pueden confundir en un primer momento–, tiene logradas escenas de silencios y emociones contenidas, es equilibrada (por ello evita picos dramáticos) y entretiene.

miércoles, 8 de febrero de 2012

La araña, Nolan y los otros

Entre la expectativa por The Dark Knight Rises y el reciente tráiler de The Avengers, el buen Hombre Araña estaba fuera de nuestro radar. Pues bien, ya se ha lanzado el segundo adelanto de la película The Amazing Spider-Man que parece bastante decente (si nos dejamos llevar por lo visto), aunque también luce muy cerca al formato tradicional de este tipo de filmes.

Básicamente está todo, los personajes centrales, la trama y lo que se puede esperar: los conflictos del buen Parker, su amor por Gwen, su perfil de paladín incomprendido y perseguido por la justicia y, por supuesto, una buena cuota de acción. Los efectos parecen mejores a lo visto en las versiones de Sam Raimi, Andrew Garfield (Peter Parker) fue escogido para darle el toque humano y vulnerable que todo superhéroe que se respete debe mostrar, y felizmente esta vez se optó por el personaje de Gwen Stacy (en lugar del de Mary Jane Watson), como siempre debió ser si de contar los inicios del buen arácnido se trataba.

A propósito, si alguien remeció en parte la forma en que se tomaban las películas de superhéroes ese fue sin duda Christopher Nolan. Sus Batman Begins (2005) y The Dark Knight (2008) parece que hicieron tomar más en serio a los cómics de superhéroes como una fuente inagotable de historias y personajes complejos y sólidos, incluso a veces más que muchas películas de género distinto.

Pero no nos engañemos, el interés de Hollywood y las grandes productoras va por el lado del dinero, de ahí que, así como ya se anunció que Man of Steel (2013), la nueva versión de Superman, estará bajo la supervisión de Nolan (a fin de darle una carga dramática similar a su saga de Batman), para el caso del buen Spider-Man se dice que uno de los referentes ha sido Brian Bendis y su Ultimate Spider-Man. Bendis ha sido el artífice de un relanzamiento del Universo Marvel y pertenece a esa corriente de guionistas y dibujantes (como Alan Moore y Frank Miller) que ha dado al cómic de superhéroes ese carácter adulto, maduro y crudo que estuvo ajeno a los grandes sellos. La otra fuente de inspiración ha sido… Batman Begins. ¿Les creemos? ¿Cuestión de marketing? ¿Será Peter Parker una versión juvenil del atormentado Bruce Wayne?  



De regreso a The Amazing Spider-Man, ningún enemigo de la vieja escuela será tan temible como el Duende Verde (Green Goblin), así que el Lagarto (The Lizard) no nos emociona como villano, pero vamos, es una película para entretener. Vuelven también los cartuchos de telaraña, con lo que Parker será un poco más intelectual. Por cierto, bien merecido se lo tiene Sam Raimi luego del bailecito ridículo de Tobey Maguire en Spider-Man 3 (2007) y el exceso de personajes y situaciones jaladas de los pelos, tras haber hecho dos primeras entregas aceptables: Spider-Man (2002) y Spider-Man 2 (2004). Al parecer, se olvidó qué estaba filmando las aventuras de un superhéroe más bien serio y no la segunda parte de Army of Darkness (1992).

martes, 7 de febrero de 2012

El cazador de libros y el viejo capitán


Arturo Pérez-Reverte (Cartagena, 1951) es un periodista y escritor español que pertenece a una generación de novelistas que ha hecho de los relatos de aventura, misterio y seudohistóricos una fuente inagotable de entretenimiento. Porque en Perez-Reverte, si algo abunda, es el homenaje a entrañables clásicos como Los Tres Mosqueteros, de Alejandro Dumas, o los héroes y personajes duros y recios que se hallan incluso en las novelas de la literatura negra o de detectives. La razón de mencionarlo es nuestra reciente crítica a The Girl with the Dragon Tattoo y nuestra intención de conocer la obra del sueco Stieg Larsson.

A Perez-Reverte le debemos, junto a otro grupo de escritores, el nuevo influjo en los noventa de este estilo de novelas de aventura y enigmas por descubrir, aunque menos densas y más lúdicas que los clásicos originales. Es claro que está distante de las más juveniles Harry Potter o la saga de Crepúsculo (Twilight); o de lecturas más “serias” y profundas, pero es una sana elección para quien goza del placer de leer y recrearse. Dos recomendaciones, la saga del Capitán Alatriste –que inicia con la novela del mismo nombre y que data de 1996– y el Club Dumas (1993). Es cierto, para los jóvenes envueltos en vampiros y novelas más cercanas a sus inquietudes, es posible que no atraiga de inmediato; pero sí tal vez a los viejos y noveles seguidores de Dumas y compañía, y de la prosa ágil, inteligente y hasta aguda.

Tal vez sea mucho pedir que las nuevas generaciones conozcan a este cazador de libros, ácido y maltrecho, que es Lucas Corso en el Club Dumas, o al incansable y valeroso Capitán Alatriste. Pero si te atreves a acercarte a sus primeros párrafos, hallarás un mundo inagotable de aventuras, misterio, acción y épicas batallas; así como lealtad, traición, amor romántico y del otro, y un aire optimista que hace de la lectura lo que en principio nunca debe dejar de ser: fuente de entretenimiento y de la sublimación imaginativa.


Para los curiosos, hay una versión del Club Dumas dirigida por Romans Polanski, The Ninth Gate (1999), que no logra pasar de ser una opaca película de misterio (y eso que actúa Johnny Depp) y un largometraje Alatriste (2006) que se limita a narrar los hechos de toda la saga sin mayor brío ni emoción (a pesar de tener a Viggo Mortensen, quien calza perfecto como el personaje central). La primera se transmite ocasionalmente en cable (no la recomiendo) y la segunda, salvo me equivoque, nunca llegó a nuestra cartelera (y tampoco vale la pena).

También por estos días se transmite la adaptación televisiva –en formato de telenovela– de su obra La Reina del Sur (2002), aunque hay que advertir que Pérez-Reverte no está nada conforme con la adaptación que han hecho. “Mejor buscar el libro”, nos diría un desconfiado Corso, y le haremos caso, mientras el viejo Capitán nos abre camino entre lances de espadas.

domingo, 5 de febrero de 2012

Fincher y la chica del tatuaje

David Fincher tiene varios títulos destacables en su haber: Alien 3 (1992), Se7en (1995), Fight Club (1999), Zodiac (2007) y The Curious Case of Benjamin Button (2008); otros de menor nivel, The Game (1997) y Panic Room (2002); y la más reciente The Social Network (2010). Por alguna razón no es un director tan fácil de recordar como Guy Ritchie o Brian Singer – generacionalmente contemporáneos y que se han movido por géneros o estilos similares –. Sucede tal vez que sus más recientes entregas, Zodiac, The Curious Case of Benjamin Button y The Social Network, son tan correctas, tan sobrias y tan pulcras, que no nos dejan algún sello particular con el que recordarlo, más allá, justamente, de su corrección. Porque sin duda todas las anteriores son dirigidas con sólido pulso, las actuaciones son pertinentes y la narración avanza sin tropiezos.
Fincher es competente: maneja las secuencias y los tiempos, el suspenso y las persecuciones, la tensión y la intensidad en sus personajes, pero además, puede salir bien parado en escenas o situaciones que pueden rayar lo crudo, lo duro o lo chocante. Si se unen estas piezas y se hace un juego de escenas con películas como Fight Club, Zodiac, The Game y Panic Room, resulta fácil entender por qué le encargaron The Girl with the Dragon Tattoo (2011), el primer largometraje de una anunciada trilogía que se basa en las novelas del sueco Stieg Larsson (1954-2004), cuya obra póstuma se convirtió en un fenómeno de ventas.

Pues bien,The Girl with the Dragon Tattoo se desenvuelve entre el género del cine negro y el detectivesco, en una atmósfera de misterio, pero también con elementos muy modernos y sórdidos que se integran a un mundo decadente y  corrompido. En este escenario, el periodista Mikael Blomkvist (Daniel Craig) se ve envuelto, por encargo, en el desentrañamiento de un crimen sucedido cuarenta años atrás en una localidad sueca, para lo cual recibe la ayuda de la singular y extraña Lisbeth Salander (Rooney Mara). La solidez de la historia radica en estos personajes que se contraponen y se complementan. Es más, buena parte de la película se centra en darnos a conocer a ambos (el film dura poco más de dos horas y media) y es allí que el personaje de Lisbeth adquiere la mayor carga dramática y con ello su mayor atractivo.
El misterio por desentrañar se alarga en detalles –en el ánimo imaginamos de no alejarse de la línea argumental de la novela– y con ello la película, pero Fincher se da maña para estirar al máximo el suspenso y mantener un ambiente de incertidumbre y de acechanza donde en realidad solo hay conjeturas, investigaciones y pesquisas. Son las sospechas, lo que se deja a la imaginación y lo que al final se revela lo que termina por componer una historia ingeniosa, pero más que nada efectista. Algunos detalles nos parecen innecesarios (no los contaremos para no echar a perder la historia), pero asumimos que han sido dejados, como mencionamos, para no alejarse de la novela.
La película es aceptable, pero nos deja con dos tareas pendientes. La primera es conseguir la trilogía filmada por Niels Arden Oplev (sí, la versión fílmica sueca existe y data del 2009). Digamos que esta es la versión de Hollywood, siempre a la caza de alguna película foránea de éxito que replicar. Lo segundo, leer la novela de Stieg Larsson, aunque imaginamos que sigue el estilo de tantas otras del mismo calibre (que beben de la literatura detectivesca y la novela negra en un estilo más ligero y moderno, con detalles o elementos históricos, personajes aparentemente densos y complejos, y tramas laberínticas aunque más en la superficie que en el fondo). Pero Mikael y sobre todo Lisbeth lo valen. No todos los días nos podemos encontrar con una chica que lleva tatuado un dragón.
El tráiler corresponde a una versión de David Fincher (aparte están los aburridos y tradicionales tráilers oficiales). Y ese es el Fincher que extrañamos (el del Club de la Pelea), pues nuevamente nos deja una película correcta aunque narrada con cierta ausencia. El Fincher del tráiler nos hubiese regalado tal vez un relato más intenso, retorcido y atrevido. “I am David’s real movie”, como diría Tyler Durden.

sábado, 4 de febrero de 2012

Queen tiene nuevo vocalista

Se había venido especulando desde hace un tiempo atrás que los miembros restantes de Queen y que aún siguen en actividad, es decir Brian May y Roger Taylor, estaban a la búsqueda de un nuevo vocalista para salir en una nueva gira.
Y bueno, pues finalmente se han decidido, quien acompañará a estos famosos señores en una nueva aventura en los escenarios es Adam Lambert.
La noticia fue difundida ayer, 3 de febrero por la revista Rolling Stone.
Para los que siguen preguntándose quién es este señor, pues les diremos que se trata de uno de los finalistas de famoso reality American Idol en su octava temporada (2009). Para muchos debió ser el ganador pero quien finalmente se llevó el premio mayor de aquella competición fue Kris Allen, desatando una gran polémica en los Estados Unidos principalmente debido a la condición sexual y religión de Lambert.
Se había especulado que incluso Lady Gaga, la famosa ídolo pop, estaba en la lista de los candidatos a nuevo vocalista. Finalmente esto no se ha concretado, algo por lo que damos muchas gracias.
Lambert ya había tenido algunas colaboraciones con Queen, los vimos juntos en la final de la octava temporada de American Idol cuando, junto a Kris Allen, los vimos interpretando We Are The Champions


También estuvieron en los MTV EMA 2011 en Belfast, Lambert interpretó tres temas: The Show Must Go On, We Will Rock You y We Are The Champions. En el video podrán ver su interpretación de The Show Must Go On.


Y a continuación podemos ver su participación junto a Kiss en el ya mencionado reality en el que participó


Es obvio que tal anuncio tendrá muchos detractores, sin embargo creemos que Adam Lambert es un auténtico show man, requisito indispensable para mostrarse al frente de una banda como Queen, en sus actuaciones ha sabido llegar a su público y adueñarse del escenario incluso actuando junto a figuras legendarias del rock, en resumen es un artista muy completo y, mientras no intente parecerse a Freddie Mercury y muestre su propia personalidad, creemos que lo hará bastante bien.
Lambert y Queen actuarán juntos en tres presentaciones a partir del próximo 6 de julio, esperamos que esta sociedad dure un poco más y podamos disfrutar de alguna presentación en vivo por este lado del mundo.