jueves, 19 de enero de 2012

El regreso de Eric


Si Dark City (1998) es la mejor película de Alex Proyas, The Crow (1994) es la más intensa y, tal vez, la más desgarradora. No recuerdo un largometraje, basado en un cómic, tan bien hecho. Al menos para entonces. Me refiero a una película oscura, que se tomara en serio la historia, que buscara darle un estilo visual por encima del promedio, que se comprometiera con el personaje, que lo hiciera creíble. ¿Fue solo un film para los jóvenes de aquellos años con un héroe más real, que sangraba, que moría, que se vengaba y eliminaba a sus enemigos? Al fin y al cabo, la novela gráfica -creada por James O’Barr y cuyo origen merece un post adicional- fue un éxito como historieta independiente.

Tal vez por ese aire adolescente –a pesar de su relativa crudeza–, The Crow quedó en el recuerdo de una generación, pero no pasó de ser considerado un film aceptable para un público joven, lo suficiente para hacer tres continuaciones, The Crow: City of Angels (1996), The Crow: Salvation (2000) y The Crow: Wicked Prayer (2005) –una réplica sin éxito, otra intrascendente y la tercera, simplemente patética–; y una serie de televisión The Crow: Stairway to Heaven (1998) –sin comentarios– que solo buscaron apilar las ganancias dejadas por la original y transformaron la historia en una fórmula comercial y acartonada para adolescentes.

En su género, y a diferencia de muchas otras películas, The Crow es verosímil y seria. Tiene numerosas secuencias que se pueden disfrutar por sí solas por lo bien que están hechas y la interpretación de Brandon Lee es sincera y emotiva. La fotografía, el ritmo, los diálogos, la edición van a la par del buen pulso que tuvo Proyas al dirigirla. El soundtrack es muy recomendable: visceral y corrosivo, replica la atmósfera y la esencia del film.

Por cierto, amenazan con una nueva versión de The Crow (2013). Al pobre Eric Draven no lo dejan descansar en paz.




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