viernes, 13 de enero de 2012

El amor y la alcachofa

Julio Ramón Ribeyro tenía una sensibilidad muy especial para contemplar el mundo en todas sus formas absurdas, pero también, en todas sus bellas formas. Si disfrutas del placer de la palabra, pero también de la reflexión pausada y del brillo de la idea perfecta, Prosas Apátridas es una buena opción. Parafraseando a un escritor cuyo nombre no quiero acordarme, me atrevo a decir que Ribeyro hace hermoso incluso lo vil y lo safio de lo rutinario.


“¡Qué aburrido suena todo eso!”, me dirán. Y yo me río y les digo: “Al contrario, nadie describe temas tan profundos con tanta simpleza y naturalidad”. Para muestra, una frase robada de ese hermoso libro.

Las palabras que se dicen los amantes durante su primer orgasmo son las que presidirán en el futuro toda su comunicación sexual. Son momento de absoluta improvisación, en los cuales los amantes se rebautizan, o rebautizan las partes de su cuerpo. Los nuevos nombres regresarán siempre durante el acto para constituir el códice que utilizarán en la cama. Estas palabras son inocentes y muchas veces poéticas con relación a lo que designan. A veces son también disparatadas. Nadie está libre de decirle a su mujer la noche de su primera posesión: “Alcachofa.” Y se fregó porque desde entonces, al poseerla, tendrá que decirle “Alcachofa”. El día que no se lo diga, la habrá dejado de querer. (de Prosas Apátridas, Julio Ramón Ribeyro).

De todo lo anterior, ten cuidado entonces, la próxima vez que hagas el amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario