lunes, 11 de febrero de 2013

Mamá: terror que de seguro te asustará

Mamá cumple con asustar al espectador en varios momentos.
Mamá (Mama, 2013) de Andrés Muschietti es una cinta de terror que cumple su cometido. Asegura buenos minutos de tensión, horror, apariciones tenebrosas y un final algo diferente al habitual en este género. Pero no nos engañemos, a pesar de tener el nombre de Guillermo del Toro como productor (El laberinto del Fauno, Hellboy 1 y 2), es una cinta muy similar a otras tantas que han llegado a la cartelera. Salvo por muy breves instantes con elementos que recuerdan a El laberinto del Fauno (como los insectos que anuncian una presencia tenebrosa), Mamá replica toda la parafernalia vista en películas como Siniestro (Sinister, 2012), que a su vez no hacen sino tomar elementos del cine de terror japonés (Ringu 0, Ju-on). Sin embargo, para ser el primer largometraje de Muschietti, el resultado es una narración ordenada y efectiva.

El típico doctor (D. Kash) que desenreda un terrible secreto.
Victoria y Lilly (Megan Charpentier e Isabelle Nélisse) son dos pequeñas niñas que tras vivir abandonadas en un bosque por cinco años, quedan a cargo de su tío paterno Lucas (Nikolaj Coster-Waldau) y la pareja de este, Annabel (Jessica Chastain). A partir de allí se dará una serie de hechos inquietantes y el sicólogo a cargo de las niñas, el Dr. Dreyfuss (Daniel Kash), iniciará las pesquisas que lo llevarán a descubrir un terrible secreto.

Aquí veremos la casa de varias habitaciones, los ruidos ominosos, las sombras amenazantes, los armarios de puertas entreabiertas, los cuerpos retorcidos, el bosque, la cabaña abandonada, los recuerdos de hechos pasados; en fin, el mérito de Mamá no está en la originalidad de sus recursos, sino que los aplica con efectividad. 

Los personajes son los típicos de estas cintas. Pero resulta curioso que para darnos a entender que Annabel está lejos de ser una joven con instintos maternales, nos la presenten como una chica de tatuajes e integrante de una banda de rock. Claro, en el fondo es una buena persona y su presencia es clave al final de la historia. A pesar de este cliché, hay que reconocer que Muschietti dirige con solvencia y aprovecha cada escena con las dos pequeñas actrices, quienes componen buena parte de los momentos de miedo que harán saltar al espectador.

Las dos pequeñas aportan solidez en las escenas de terror.

Lo que nos gusta es que Muschietti no se queda en las insinuaciones, y para el último tercio de la cinta nos presenta al ser terrorífico tal cual es, lo que permite tener a los espectadores ya no solo asustados por algún efecto visual o sonoro, sino frente a frente con el horror mismo. Ese que es tan clásico del cine asiático y que es, lo reconocemos, de nuestros favoritos.

Simples pero buenas actuaciones. El final vale por lo diferente.
Pero allí donde el horror japonés y coreano, por ejemplo, es tan real y cotidiano –y por eso mismo tan aterrador–, Mamá apela a los efectos especiales, lo que en algunos casos resulta y en otros no, aun cuando el ser de marras sea bastante horroroso. A su vez, el recurso de hechos ocurridos en una época lejana, las referencias a asilos o institutos mentales, los gritos y gemidos truculentos, así como el final en el bosque nos recuerdan el estilo de terror español que ha tenido cierto reconocimiento en los últimos años. Acerca del final, el mérito está en que pasa del terror al misterio, o a una fantasía terrorífica si se prefiere.

Estamos pues ante una cinta comercial y efectiva que dejará satisfechos y asustados a los espectadores. Una cinta que toma elementos ya conocidos del género, que los usa de forma aplicada aunque también con cierto cliché.


domingo, 10 de febrero de 2013

Tres nombres de mujer

Tres nombres, tres recuerdos, tres momentos que me atrevo a compartir solo para no olvidar que la magia existe. 

J en el umbral. Había sido un año terrible. Al menos para mí que no sabía nada de la vida. Terrible año y aun peor forma de despedirlo: entre amigos deseosos de pasarlo bien en una fiesta. Recuerdo que toda la noche rumié mi pena en una silla hasta que J me invitó a bailar (cortesía de un amigo que la conocía). Solo bailé una vez y hasta el día de hoy no recuerdo cómo lucía J. Los meses siguientes fueron de esperanza, todo parecía mejorar, sentía el alma libre, nada grave me inquietaba. Y confieso que en todo ese tiempo nunca pensé una sola vez en J ni en aquel encuentro. 
Pero una noche, casi un año después, con el corazón rebosante, salí rumbo a una de aquellas fiestas que siempre estaban a unas cuadras de casa. Caminaba feliz y recitando un poema de Baudelaire. Llegué a la reja de la fachada y traspasé ensoñado el pequeño jardín. Podía ya ver las luces de colores y la música se dejaba oír cada vez más cerca. Crucé el umbral de la puerta con mi mente en algún lugar muy lejos de allí. Pero entonces J pronunció mi nombre. Y aun sin recordarla, sin siquiera verla, supe que era ella.

S danza para mí. Pasó el tiempo y mi corazón adolescente se negaba a morir. A S la conocí a su estilo: apareció de pronto, sin pedir permiso y deteniéndose a mirarme como si fuese el bicho más extraño con el que se hubiese topado. Pocos días después me encontraba en la fila de un cine club que ya no existe. Mi mente divagaba en un lugar muy lejos de allí, ensoñado en un jardín desde el que podía ver las luces de colores y escuchar la música que se acercaba a mí. 
De pronto, sentí que alguien tocaba mi hombro y al girar, dos personas más atrás, estaba S, que me miraba ahora recogida en sí, tras haberse estirado cuan larga era. “Hola” me dijo. “Hola”, respondí, y luego le di la espalda, compré mi boleto y me dirigí a la entrada del cine. Pero a medio camino algo me detuvo y la esperé. 
Entonces ella me dio el alcance y recuerdo haberle dicho: “Si quieres podemos ver juntos la película, pero si prefieres hacerlo sola, está bien”. Ella solo me miró. Vimos Los juncos salvajes (Les Roseaux sauvages, 1994) de André Téchiné. A la salida, S me guió dando pasitos de ballet hacia su casa. La recuerdo danzando frente a mí, en aquella larga avenida ajena a ambos y a aquella noche.

M y el cuaderno de bitácora. Pasó aun más tiempo, pero seguía siendo el de antes. Una noche, M estaba en mi habitación. Allí mis cuadernos de bitácora se apilaban uno sobre otro. Ella cogió uno, curiosa como la pequeña niña que lleva en su interior. 
Leía en silencio, pasaba las páginas con delicadeza y parecía transportada a otro lugar muy lejos de allí. A un lugar con una reja en la fachada, con un jardín, con luces de colores y música cerca; a la fila de un cine club en donde se proyectaba Los juncos salvajes de André Téchiné. De pronto levantó la mirada triste y sin decir una palabra se dirigió a la puerta. Allí me dijo: “Por favor, déjame salir”. La vi irse por la oscura vereda casi como huyendo. Regresé a mi habitación y vi el cuaderno aún abierto. Lo cerré despacio, con nostalgia, y tras varios minutos, salí detrás de ella. 
Caminé en su busca, como en las noches en que sin rumbo mi corazón me dirigía al lugar que anhelaba. Caminé sin prisa, ajeno al tiempo transcurrido, a las personas, al ruido de los autos, a que M podía estar ya muy lejos. Entonces la vi, pequeñita, sentada en la banca de un parque. Me acerqué a ella y la tomé de las manos.


miércoles, 6 de febrero de 2013

Hansel & Gretel: que venga la segunda parte

Una cinta básica pero que cumple su cometido: entretener.
Hansel & Gretel: Witch Hunters (2013) ya está en nuestra cartelera y es una cinta que solo aspira a una cosa: entretener. Y lo logra. El argumento es de lo más simple: los pequeños niños del cuento de los hermanos Grimm se gradúan de cazadores de brujas tras eliminar a aquella de la casa de golosinas. De allí en adelante irán de un lado a otro para acabar con cuanta bruja se les presente. 

La cinta es una seguidilla de secuencias de acción de fórmula, explosiones, mutilaciones y sangre (aunque más efectistas que horrorosas). Todo en un estilo desenfadado que se refleja en los diálogos y las interpretaciones de Jeremy Renner (Hansel) y Gemma Arterton (Gretel). Aquí no hay grandes actuaciones, incluso Renner es más acción que expresividad, y es Arterton la que luce más natural cuando deja de poner mirada de justiciera.
Explosiones y escenas de acción de fórmula pero ideales para 3D. 
Tommy Wirkola (Zombis nazis, 2009), el director, cumple el encargo sin mayor aspiración, pues el guion no le permite mucho. Las brujas no tienen nada de originales, lucen a veces falsas en su maquillaje, pero eso va con el tono simple de la película que incluso tiene un pequeño desnudo, fugaz, intrascendente y gratuito (ojo, es para mayores de 14 años) tan propio de las cintas de zombis y vampiros. Eso sí, Wirkola apela al 3D para de vez en cuando lanzar cuchillas, objetos llameantes y hasta charcos de sangre directo al espectador. 

Pero insistimos, todo es tan artificial que antes que horrorizar es divertido; claro, para quienes gustamos de este tipo de películas. Lo dijimos en un post anterior, Hansel y Gretel superhéroes: si podíamos esperar algo de esta cinta era pasar un buen rato. Y eso es suficiente. En cuanto a los actores centrales, Renner ha interpretado a un superhéroe (Hawkeye en The Avengers) y Artenton a una diosa (Io en Clash of the Titans). Así que saben cuál es su función.

Peter Stormare en un papel secundario. El guion no pide más.
Que es una película comercial, claro que sí. Qué la historia es de lo más sencilla y convencional, por supuesto. Que los efectos son algo baratos, ¿qué más da? Eso sí, la secuencia animada del inicio es divertida y hasta tenebrosa. Los actores secundarios –típicos del género– se desperdician, sobre todo Peter Stormare (Constantine); las peleas se limitan al bosque y la aldea; el enfrentamiento con el grupo de brujas pudo ser más espectacular y el encuentro final también. Famke Janssen (X-Men, Taken), la malvada bruja principal, es tan simple como la predecible trama, pero en el caso de Janssen no esperamos mucho luego de verla en Taken 2 (2012).

La bruja (Janssen), otro personaje acartonado.
Hansel & Gretel bien pudo apelar al recurso narrativo de películas como Furia de titanes (Clash of the Titans, 2010), en donde un grupo de valientes (a veces no tanto) va al encuentro de algún terrible rival: en el trayecto se desarrolla la trama, se conoce a los personajes, aparecen diferentes malvados a los que hay que vencer y, claro, se ve caer uno a uno a los personajes secundarios. Pero no importa, todo ello puede ser motivo para una segunda entrega.

Esta es una película que se disfruta con los clásicos lentes en 3D y la porción de canchita (popcorn o palomitas de maíz) al lado. Como siempre decimos, el cine de diversión, el que solo busca entretener es tan valioso como cualquier otro. Lo que nos disgusta es cuando una película pretende venderse como algo que no es. Hansel & Gretel es una cinta muy sencilla que nos agradó a pesar de todos los reparos que podemos hallarle. Y que venga la segunda parte.



martes, 5 de febrero de 2013

Los otros noventa IV

En los noventa una canción o una película podían significarlo todo. Los azares de la vida los descubrí en los libros que llegaron a mis manos, en las imágenes de una vieja pantalla de cine, en las melodías sobre el amor y el desamor.

Recuerdo el eco de las risas que se perdían en las noches de verano. La tristeza por los primeros amores adolescentes y la amistad sincera de los amigos de toda la vida.

Los noventa eran las largas caminatas nocturnas, el silencio bajo la garúa de otoño, los recuerdos que atesoro hasta el día de hoy en un caja llena de casetes que me hablan de alguien que ya no soy. Y cuando escucho ciertas canciones, parte de aquel ingenuo adolescente lleno de sueños vuelve a mí.

Beautiful Girl (INXS). Recuerdo el entusiasmo de mi amigo Andrei, el incansable viajero, por INXS. Yo, que no entendía de música como ya he contado otras veces, descubrí tarde a este genial grupo australiano. Antes que el Kick (1987) y el X (1990), mi primer casete fue Welcome to wherever you are (1993). Por alguna razón de aquella producción siempre recuerdo Baby don't cry y, claro, Beautiful girl.



Blue Dress (Depeche Mode). En la radio de los noventa se podía escuchar Enjoy the silence y Personal Jesus una y otra vez. Recuerdo aquellos programas musicales donde si tenías suerte podías ver alguno de sus videos. Pero de aquel disco, Violator (1990), la melodía casi lírica de Waiting for the night y sobre todo de Blue dress los hizo mis preferidos.



Face to Face (Siouxsie and the Banshees). La primera vez que escuché Face to face fue en aquella cinta gótica de Tim Burton: Batman Returns (1992). Michael Keaton (Bruce Wayne) y Michelle Pfeiffer (Selina Kyle) bailaban aferrados uno al otro sin saber que eran enemigos mortales. Siouxsie and the Banshees grabaron esta canción de acordes casi hipnóticos, excelente letra y una inquietante interpretación a cargo de Siouxsie.



She talks to angels (The Black Crowes). En los noventa, o tenías buenos amigos con una gran selección de discos y casetes, o ibas a las galerías de siempre, en busca del grupo o cantante que no podías hallar en las valientes tiendas de música que luchaban por sobrevivir en esos difíciles años. The Black Crowes podía sonar a otras bandas de estilo similar, pero tenía letras muy buenas como la de esta canción del álbum Shake your money maker (1990).



lunes, 4 de febrero de 2013

S.O.S: Comedia en apuros

Una comedia familiar convencional y sin mayores pretensiones.
Empezamos el primer post de cine para este año con un reciente estreno: S.O.S. Familia en apuros (Parental guidance, 2012), un comedia familiar que llegó con un poco de retraso a nuestra cartelera (fue estrenada en diciembre en Estados Unidos). ¿La historia? Una pareja de esposos se ve en la necesidad de dejar a sus tres pequeños hijos a cargo de los abuelos maternos por unos días. ¿El atractivo de la cinta? En lo personal, era gozar con la presencia de los veteranos Billy Crystal (When Harry met Sally) y Bette Midler (Hocus Pocus), quienes se encargan de interpretar a Artie y Diane Decker, los atribulados abuelos.

Lo cierto es que estamos ante una comedia convencional, graciosa por momentos, aunque sin vuelo. Y es una lástima, pues tenía muchos elementos para explotar: el contraste entre padres y abuelos en la forma de educar a los niños, las inquietudes propias de los pequeños frente a la mirada tradicional y chapada a la antigua de los abuelos, la sorna acerca de las modernas forma de educar a los niños o, simplemente, la habilidad tan natural de Billy Crystal de hacernos reír con un comentario o una ironía sin siquiera cambiar de expresión. Y todo lo que describimos no se nos ocurre de la nada, pues son elementos a las que apela la cinta en varios momentos aunque solo de forma superficial y como excusa forzada para generar alguna situación cómica.

Artie (Crystal) y los niños dan lugar a los mejores momentos.
Andy Fickman, el director, prefiere ir por lo seguro y el resultado es una comedia bastante simple que bien pudo ir directo a video. Billy Crystal es el abuelo desconcertado y el que aporta los mejores momentos graciosos, Bette Midler se limita a sostener su actuación a base de carisma, y Marisa Tomei (que interpreta a Alice, la madre de los niños) cumple un papel que pudo hacerlo cualquier otra actriz (qué lejanos están los tiempos de su encantadora aparición en Mi primo Vinny (My cousin Vinny, 1992). Ni siquiera la escena en que Billy Crystal y Bette Midler cantan frente a sus nietos logra pasar de lo anecdótico.

La cinta es tan acartonada que algún tipo de trama adicional o recurso, como la relación entre Alice y sus padres, se nos presenta en un par de diálogos y se resuelve igual. Lo mismo sucede con Artie, el abuelo, quien es un apasionado narrador de partidos de beisbol (aquí Billy Crystal está a sus anchas). El estilo ingenuo y edulcorado de la película, habitual en muchas comedias de este tipo, tampoco ayuda. Y sin embargo, ese tal vez sea su mayor mérito: ser una comedia que puede verse con los más pequeños (aunque no sabemos cuán divertida sea para ellos).

Midler y Crystal en un formato simple.
Desde nuestro humilde punto de vista, las comedias familiares de hoy carecen del nivel de largometrajes que, sin ser extraordinarios, eran superiores como Mi pobre angelito (Home alone, 1990 y 1992) o El padre de la novia (Father of the bride, 1991 y 1995). 
Algunas llegan a tener chispazos, pero les falta el encanto de pequeñas cintas como Baby's day out (1994) y Mousehunt (1997). 
Es curioso como aquel buen gusto por contar historias en tono de comedia se ha trasladado a películas animadas como Toy Story (1995, 1999, 2010), Monsters, Inc. (2001), Ratatouille (2007) o Up (2009). Sin duda, no toda pero buena parte de las comedias familiares de hoy está en apuros. 

viernes, 1 de febrero de 2013

Pasa la voz: sorteamos un nuevo cómic

Tal como lo prometimos, iniciamos el año con el sorteo de una de las más famosas sagas de Spiderman y sin duda del mundo de los cómics. La muerte de los Stacy reúne nueve historias que integran una colección de lujo, con tapa dura, de 200 páginas y con la introducción de Julián Clemente, reconocido editor de varias colecciones de Marvel. 
Un clásico de los cómics en una edición de lujo.
Para ser parte de este sorteo solo tienes que poner "Me gusta" en la foto sobre el concurso que colocaremos en nuestro Facebook y compartir la noticia con un amigo.

El concurso empieza el día de hoy y durará hasta el viernes 15 de febrero. El ganador será anunciado en este blog y por Facebook.

¡Buena suerte!



Premio entregado

Carla Centti, la ganadora de nuestro primer concurso ya ha recibido su premio y compartimos con ustedes el momento de la entrega del mismo.

Carla nos comentó que, si bien no había tenido la oportunidad de leer el cómic V for Vendetta, sí le había gustado la película más por el simbolismo que vio en la misma, una sociedad que se levanta ante su opresor.

También nos comentó que llegó a nuestro blog navegando en la web en busca de comentarios de películas.

Estamos seguros que Carla disfrutará de su premio.

A todos los que participaron, les damos las gracias por su participación y por seguir esta pequeña tribuna.

Estén atentos a nuestro segundo concurso.