jueves, 31 de mayo de 2012

Los hombres de negro mejoran el pasado


Lo que siempre funcionó: la dupla de los agentes J y K.
En 1997, Men in Black (Hombres de Negro) fue bien recibida por la crítica y la mayoría de espectadores. ¿Qué tenía de especial? Tal vez el estilo irreverente de algunas secuencias y el tono de comedia con dosis de ciencia ficción y unos aceptables efectos especiales. Will Smith (el agente J) ya había probado el éxito comercial con Independence Day (1996) y Bad Boys (1995), Tommy Lee Jones (el agente K) ponía el equilibrio en la pareja, Linda Fiorentino aportó la sensualidad necesaria y Vincent D'Onofrio cumplió bien el papel del estrafalario malvado de turno (una especie de insecto gigante).

Barry Sonnenfeld, el director, tenía por entonces entre sus mejores entregas la primera parte de la Familia Adams (The Addams Family, 1991), la comedia For Love or Money (1993) con Michael J. Fox y Get Shorty (1995) con John Travolta. En Men in Black no abundaba necesariamente la acción, los detalles fantásticos cumplían para aportar elementos de ciencia-ficción, los extraterrestres eran por demás extravagantes y en general funcionó. Pero somos sinceros, nunca nos pareció la gran cosa.

El malvado de turno: Boris The Animal  y compañera.
Más ligera, menos ácida en su sentido del humor pero sin apartarse del tono de comedia, Men in Black II (2002) cedió a una trama que incluía la nota romántica y sensible a cargo de Will Smith y Rosario Dawson, junto con los recuerdos olvidados de Tommy Lee Jones. Lara Flynn Boyle fue la malvada a derrotar (no lo hizo mal) y Johnny Knoxville (recordado integrante de Jackass) aparecía de relleno. 


Esta secuela también se dejaba ver, pero la acción era demasiado sosa para un público que esperaba las segundas partes de The Lord of the Rings (The Two Towers) y Harry Potter (The Chamber of Secrets). También aquel 2002 se estrenó Spider-Man, Ice Age (La era de hielo) y Minority Report. Acción, humor, efectos especiales, seres animados y fantásticos y ciencia-ficción a granel y para todos los gustos. Men in Black ya no era novedad.

martes, 29 de mayo de 2012

La Blanca Nieves de siempre

Lily Collins en sugestiva mirada que solo queda en promesa.
A inicios de año nos preguntábamos en son de broma qué haría Tarantino si le encargasen hacer una versión de Blanca Nieves. Pues bien, Mirror Mirror (2012) ya está en cartelera y Snow White and the Huntsman (2012) la veremos desde el 31 de mayo.

Dirigida por Tarsem Singh, el mismo de Immortals (2011), Mirror Mirror está muy lejos de lo que nos habíamos imaginado, aunque no en su resultado (nada del otro mundo).

Por el lado de Singh creímos que veríamos una lúdica puesta en escena, al límite entre lo onírico y el exceso, pero no fue así; no hay mucho de original ni escenarios de fantasía que no hayamos visto en films similares (solo el paso de la malvada reina por el espejo mágico impresiona por tener cierta carga tenebrosa).

Creímos también que nos veríamos resignados al continuo desenfado de Julia Roberts, como la malvada reina, y a la constante presencia de Nathan Lane para dar vida a una extravagante comedia. Nada más lejos de lo esperado.

Mirror Mirror es una película casi ingenua por decir lo menos y en esencia nos recuerda el estilo de la serie de los ochenta Faerie Tale Theatre (1982–1987) que recreaba cuentos infantiles, entre ellos el de Blanca Nieves –Snow White and the Seven Dwarfs (1984)–, con actores reconocidos. Y aunque con mejores efectos visuales y un vestuario más colorido, esta es una versión bastante tradicional. 

Por alguna razón, Julia Roberts siempre nos genera la sensación de una intensidad que abruma, pero lo cierto es que aporta frescura a un film que más bien carece de emoción alguna. Nathan Lane, a su vez, nos parece tan desperdiciado como Mare Winningham  y Sean Bean en los papeles de reparto.

Por supuesto, aquí Blanca Nieves recrea la moderna metáfora de que la princesa no necesita de ningún príncipe para defenderse, sino que debe creer en sí misma; pero esta idea tampoco es original ¿recuerdan EverAfter (1998) con Drew Barrymore (Por siempre Cenicienta)?

lunes, 28 de mayo de 2012

Drive y el silencio perfecto

De Nicolas Winding Refn hasta ahora no hemos podido ver Bronson (2008) ni Valhalla Rising (2009), pero la suerte nos permitió encontrarnos con su último film: Drive (2011). Una grata sorpresa que si bien ha merecido buenas críticas, ha pasado algo desapercibida en nuestras salas.

El hilo conductor por momentos nos recuerda a films como A History of Violence (2005) de David Cronenberg, en que la violencia irrumpe sin previo aviso, dura y sin artificios, mientras los personajes se confrontan consigo mismos y se ven empujados en una vorágine de la que no pueden escapar. Pero aunque mencionamos a Cronenberg, la estética y el ritmo de Drive son muy distintos. Drive se rodea de una atmósfera nostálgica y solitaria, la misma que rodea al personaje central, aún cuando la ira y la acción puedan desencadenarse de forma cruda y literal. Y esa es la clave del film.

Una atmósfera que se halla desde los créditos y la magnífica secuencia inicial, los encuadres, la excelente banda sonora, la cámara en movimiento que sigue a los protagonistas para descubrir un detalle que solo estos ven y que aparece luego para completar el significado de toda una escena. Winding Refn dirige con pulso y sin dudar y rescata la fuerza que una sola imagen y que solo los silencios pueden transmitir. Hoy que abundan las explosiones y las fórmulas sin riesgos, esta película es, aunque en una clave menor, una de las mejores en su género y un homenaje al buen cine.

Drive se disfruta más si no tienes ideas preconcebidas. El tráiler oficial echa a perder escenas que hay que descubrir, seguirlas como quien recoge una madeja sin saber a dónde nos llevará. Como las del interior del auto (de las mejores que hemos visto) en que el personaje central (interpretado con acierto por Ryan Gosling) nos lleva, como verdaderos pasajeros, desde la acción más cruenta hasta los momentos más subjetivos.

La película aún está en algunas salas de cine y vale la pena disfrutarla en la pantalla grande y en ese privilegiado estado en que no deseas que las luces vuelvan a encenderse. Con varias nominaciones y premios, Drive le valió a Winding Refn recibir la Palma de Oro del Festival de Cannes como mejor director y está basada en la novela homónima de James Sallis.

Por cierto, es bueno regresar y escribir estas humildes reseñas sobre algo que nos apasiona. Si algo que haces te regala felicidad, nunca lo abandones.