lunes, 16 de enero de 2012

La muerte tiene nombre de mujer

Jean-Luc Godard decía que para hacer una película solo se necesita de una bella mujer y un arma. Y es que nada hay más seductor, misterioso, cautivante y enajenador que la imagen femenina, en cualquiera de sus diabólicas formas: virginal doncella, lolita embriagante, femme fatale, grácil adolescente, dama solitaria. Y nada es tan determinante, crucial e inapelable en cualquier tipo de situación o historia que un arma.
El placer de los sentidos siempre tendrá nombre de mujer. Y siempre habrá alguna víctima o héroe confundido que caerá bajo las redes de una endemoniada belleza. Así, el arma aparecerá en el momento preciso para iniciar la aventura, llegar al clímax del drama o para dar fin a toda la historia.

De una u otra forma, ya sea un final feliz, una comedia boba, una película de acción o un relato de cine negro, la presencia femenina siempre vence, aun cuando parezca que ha perdido.

Y aun cuando no se trate de todo lo antes dicho, siempre será más perturbador una fría pero bella asesina que un despiadado descuartizador.

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