martes, 10 de enero de 2012

La nostalgia del cine

Hay películas que aparentemente cumplen con todos los requisitos: no son malas (eso es ya bastante), tienen una correcta dirección, las actuaciones son cumplidoras –a veces frescas e incluso buenas–, se ajustan a un género fácil de identificar y, más aun, no buscan nada más que entretener. Pero, en ocasiones, muchas de ellas tienen en su mayor virtud, a la vez, su mayor defecto: son un homenaje demasiado perfecto –y por ello rígido– a otros filmes.

Cualquiera de las cuatro películas que menciono en las siguientes líneas hubiesen sido inolvidables de haberse proyectado digamos en los ochenta, aun cuando los efectos no fueran los mejores. Y es que, además de no ser originales en su propuesta, tienen un espíritu demasiado ingenuo para estos tiempos modernos.

The Shadow (1994): Recuerdo la emoción de una persona mayor que, ante esta película me dijo: “Así eran las seriales que veía de muchacho”.  Y es cierto, no tiene nada de malo y hubiese sido probablemente un éxito de haberse proyectado una década antes. Aparecen Alec Baldwin, John Lone, Tim Curry, Peter Boyle, una bella Penelope Ann Miller (pero no tanto como en Other People's Money, 1991) e incluso un inesperado Ian McKellen en un papel tan secundario que da risa verlo ahora. Pero, ¿cómo podía impresionar a un joven espectador que ya había visto los Batman (1989) y Batman Returns (1992) de Tim Burton o el The Crow (1994) de Alex Proyas?  

Sky Captain and the World of Tomorrow (2004): Lo reconozco, me gustó. Por el carisma de los actores elegidos (Jude Law, Gwyneth Paltrow, Angelina Jolie, Giovanni Ribisi, Michael Gambon), por la réplica perfecta a un género del pasado y que tuvo su apogeo en los radioteatros, las seriales y los cómics de los cincuenta norteamericanos. Por la interesante forma en que se filmó, su cuidada estética y el uso de antiguas imágenes de Laurence Olivier. Pero todo ello no fue suficiente. Todo es correcto y, sin embargo, no hay nada inolvidable, más allá de apelar a nuestra nostalgia. 

Superman Returns (2006): Cuando escuchas a un director como Bryan Singer hablar con tanta reverencia sobre lo que quiso hacer en esta película no te queda sino ver resignado justamente eso: un aplicado homenaje a Richard Donner y sus Superman (1978) y Superman II (1981). Lo que no está mal, pero hacerlo en un film de 209 millones de dólares con toda la tecnología y recursos actuales, parece, francamente, un desperdicio. Porque escuchar la clásica melodía de Superman tras sus dos iniciales proezas puede emocionar, pero luego, en los restantes 130 minutos de largometraje, es mucho pedir.

Super 8 (2011): En ocasiones, casi se puede sentir, en cada escena y en cada toma, el gusto personal que tuvo un director al realizar una determinada película. Eso sucede con J. J. Abrams y este homenaje a los ochenta y las películas que seguro alimentaron su infancia al igual que a nosotros (aunque la acción se sitúe para ser exactos en 1979): en su ambientación, en la trama, en los personajes. Y aunque trate de reaccionar al final resolviéndolo todo en un dos por tres, no es sino un bonito homenaje a otros tiempos y otras películas (E.T. y Los Goonies, por ejemplo), incluso con la misma ingenuidad.

Sin duda todas estas películas me gustaron, al igual que a mi viejo amigo que veía las antiguas seriales. Pero, en estos tiempos tan viles, no puedes hacer películas de grandes presupuestos solo para alegrar a un puñado de nostálgicos. Aunque esos nostálgicos seamos nosotros.

2 comentarios:

  1. Hola, vengo leyendo agunas entradas desde hace algún tiempo y tengo al impresión que, dejando de lado que nuestros gustos no sean los mismos ni tengamos la misma edad, el cine nostálgico, o, en este caso, 'a destiempo', tiene un arte que es muy suyo y no solo el mero hecho de ser un rompe taquillas se debe considerar. Recuerda que Kundera ya lo dijo: "El crepúsculo de la desaparición lo baña todo con la magia de la nostalgia."
    Saludos.
    Miguel

    ResponderEliminar
  2. Aunque no lo crea, coincidimos. La crítica se centra en que son películas que apelan a nuestra nostalgia, pero que pudieron ser memorables por sí mismas, y ninguna de ellas lo es. Que fueran o no éxitos de taquilla, es secundario para nuestra valoración. Aunque como bien señala, es cuestión de gustos.

    Bienvenida la nostalgia en todas sus formas.

    Gracias por el aporte, pues nos sirve para tocar el tema en un nuevo post. Nuestra próxima víctima, perdón, quise decir post, será Tin Tin, espero le guste.

    Por cierto, linda frase de Kundera.

    ResponderEliminar