lunes, 27 de febrero de 2012

La felicidad según Stitch

Esta vez nos detenemos en una obra más bien pequeñita y simple. Los memoriosos de seguro recordarán Lilo y Stitch (2002) y de cómo apareció con una serie de tráilers en donde Stitch ponía de vuelta y media al resto de personajes de Disney interactuaba en escenas del Rey León (1994), La Sirenita (1989) y Aladino (1992), por ejemplo, lo que hacía imaginar una propuesta diferente. Lo cierto es que resultó una película bonita pero sencilla, con un personaje más bien travieso (Stitch) y una dulce y pequeña niña (Lilo). Bonita y dulce, pero una obra menor (incluso su costo fue modesto frente a otras producciones de Disney).
Sin embargo, siempre nos quedó la sensación de que había algo muy sensible en aquel filme. Y es que hay un trasfondo en el origen y en el vínculo entre los protagonistas centrales: ambos carecen de padres, ambos están solos y solo se tienen el uno al otro (al menos al inicio). Es verdad que hay incontables largometrajes infantiles con similar premisa, pero en este filme dicho aspecto es parte central de la historia. Por cierto, nuestra reflexión no incluye aquí al anime (las dibujos japoneses son otro cantar).
En Lilo & Stitch sus carencias no son parte del decorado ni elementos anexos que se dejarán de lado o se perderán con el transcurrir de la historia. A lo largo del filme se recuerda lo que no tienen, aquello que perdieron; es más, los personajes lo asumen, lo hacen parte de ellos y buscan ser felices. La frase más bella de todo el largometraje, dicha por Stitch, es “This is my family. I found it, all on my own. Is little, and broken, but still good. Yeah, still good (Esta es mi familia. La encontré. Es chiquita y rota, pero es buena)”.


No hay largometraje de Disney que no tenga alguna frase o enseñanza, pero es curiosa una en que se haga referencia a una carencia a partir de la cual y a pesar de ello, se pueda ser feliz. Por supuesto, Lilo & Stitch termina bien y con fondo musical de Elvis, pero no deja de haber una tierna nostalgia en la foto de Stitch, sonriente, pegada al lado de la imagen de la familia que Lilo perdió (todos están juntos y sonríen, claro). La película fue dirigida por Dean DeBlois y Chris Sanders (quienes además hicieron el guion).
 

Pasaron los años y esta dupla (DeBlois y Sanders) volvió con otra película: esta vez con mayores recursos financieros, visuales y técnicos, concibieron una historia más taquillera. El lazo afectivo entre los dos protagonistas centrales también es fuerte, pero el relato no incide en las carencias de ambos y está lleno de acción y aventura.
Quizás las motivaciones fueron otras, pero el mensaje de que se puede ser feliz, aun “si algo está roto” está ahí y se resuelve maravillosamente bien en la escena final. Tal vez no tendrá la carga nostálgica de Lilo & Stitch, pero quizá sea lo mejor. ¿La película? De seguro la han visto: How to Train Your Dragon (2010). Si lo pensamos bien, Stitch se parece a Toothless el dragón. Y sí, se puede ser feliz aún si careces de “algo”. Sea lo que esto sea. Linda idea en verdad.

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