miércoles, 29 de febrero de 2012

El terror por dentro

En los últimos años, buena parte de las cintas de terror apela a una fórmula constante de cámaras en movimiento y recursos efectistas que buscan hacer saltar a los espectadores más por reflejo que por lo aterrador de la historia que se cuenta.
El último recurso lo trajo The Blair Witch Project (1999) que hizo de la cámara en mano y la apuesta por el falso documental una fórmula exitosa. Claro, poco después vimos esto repetido al infinito. Pasaron varios años y llegó Paranormal Activity (2007) que apeló a la misma idea: supuestas grabaciones que documentan un hecho, pero con la novedad de que se adentraban en un escenario cotidiano (todo sucede en el interior de un hogar). Fue un éxito y de ahí llegaron dos secuelas en el 2010 y el 2011, y se espera una cuarta para finales de este año.
Así, el uso de los supuestos videos o grabaciones hechos por los propios protagonistas se ha aplicado en mayor o menor medida en largometrajes como The Descent (2005) que tuvo una segunda parte en el 2009. La carga dramática de los personajes, la sensación de reclusión en una laberinto bajo tierra y la presencia concreta de una amenaza real (por supuesto terrorífica) dieron cierto mérito a la primera entrega.
Similar conceptó aplicó The Fourth Kind (2009) con Milla Jovovich que jugaba con la idea de que la historia se basaba en un hecho real (que por cierto no era así), aunque tuvo la originalidad de mostrar los supuestos videos reales junto con la recreación de los mismos. En este caso, los malos no venían de ultratumba, lo que aportaba cierta novedad. Las partes más efectivas (y efectistas) corrían a cargo de los supuestos videos grabados, aunque hay que reconocer que la historia era interesante.
Ahora llega The Devil Inside (2012) que apela a todo esto y explota la idea de las personas poseídas y el exorcismo, tal como se vio en The Rite (2011) con Anthony Hopkins. En The Devil Inside nuevamente regresa el estilo tipo documental y la falsa idea de que está basada en un hecho real. ¿Vale la pena verla? Para quien guste de este tipo de películas, tal vez, aunque de seguro está por debajo de The Rite (que aunque es más tradicional en su propuesta es mejor película). Eso sí, The Devil Inside tiene escenas que cumplen con asustar al espectador, sobre todo porque la ventaja del estilo documental es que lo acerca a lo que sucede y con ello a la sensación de vulnerabilidad y peligro de los protagonistas. En realidad merece ser vista en video y no en cine. Pero es cuestión de gustos.
Tal vez donde mejor se logra esta sensación de acechanza permanente y el paso del terror al horror es en las películas asiáticas. Ejemplo de ello son Ringu (1998) de Hideo Nakata y Ju-On (2002) de Takashi Shimizu. En el terror asiático la cercanía y la sensación de terror no se soporta en el efecto de los supuestos videos caseros (aunque se use este recurso), sino en las historias mismas y en que el horror se confunde con lo cotidiano: el hogar y la vida común son asaltados por lo inesperado. No hay sucesos extraordinarios y los protagonistas son personajes comunes y corrientes, no están en un viaje o tras alguna búsqueda ni envueltos en alguna profecía apocalíptica. El horror espera al abrir la puerta de casa. Eso es lo que aterra.

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