viernes, 24 de febrero de 2012

Kick-Ass, los malos y Elvis

Es curioso que en una cartelera en donde abundan las películas de acción y con un público habituado a los filmes de justicieros y superhéroes, Kick-Ass (2010) haya pasado sin pena ni gloria por nuestras salas. Ya es habitual que nuestra cartelera incluya cintas sin mayor promoción y de perfil bajo que cubren los géneros de terror, misterio u acción; como para llenar los vacíos a la espera de los grandes estrenos. Lo singular es que hace dos años Kick-Ass llegó sin siquiera un tráiler que la promocionara ni despertó mayor interés de la crítica local. Estuvo en cartelera solo unas semanas, pero fue una grata sorpresa para quienes, sin mayor expectativa, se animaron a verla en alguna sala de cine.

Basada en el comic de Mark Millar, y con un guion de acertada adaptación, este película fue, para nuestro gusto, una de las mejores que vimos aquel año. Sin desligarse de la propuesta esencial del cómic (un adolescente que decide convertirse en superhéroe sin tener idea del lío en que se va a meter), la película empieza con un aire más bien juvenil (algo así como el primer Spider-Man), es sarcástica, tiene tonos de humor negro y reúne secuencias de acción (sobre todo las dos centrales) para el recuerdo. Es cierto que el cómic es más ácido, violento y crudo, y por ello el mérito del director, Matthew Vaughn: logró dosificar todo lo anterior para ofrecernos una película divertida, bien contada y con toques épicos que, en su estilo, nada tiene que envidiar a otros largometrajes del género.

¿Cuál es la emoción que generan determinada escenas de acción en Kick Ass? Tal vez el que, más allá de la ironía, el sarcasmo, los momentos cómicos y el hecho de ser una película "para pasar el rato", la esencia del superhéroe está ahí. Aquel personaje surgido para hacer justicia, cuando es imposible tenerla, y que a pesar de sus defectos puede alcanzar momentos de sublime sacrificio (la escena de Big Daddy al colocarse el antifaz es una de las mejores por la forma en que presagia la fatalidad por venir). La elección de John Murphy para la melodía ambiental es clave, pues conmueve en determinas partes y complementa un soundtrack muy acertado que aporta emoción y adrenalina. 
A propósito, Matthew Vaughn fue el director X-Men: First Class (2011), un buen filme  centrado más en narrar una historia que en abundar en escenas de acción. Tal vez por eso no gustó del todo a los fans (que seguramente buscaban algo más cercano a Iron Man). Lo intrincado del guion con personajes entrecruzados y hasta tres historias paralelas que se contaban a la vez fue tal vez demasiado. Por ahora, Vaughn parece estancado en la producción de Kick-Ass 2: Balls to the Wall (la segunda parte basada en el cómic homónimo de Millar) que al parecer está cada vez más lejos de hacerse realidad.
  
En todo caso, basta con la primera entrega (el personaje de Hit-Girl se roba la película) y, para quienes gusten, los dos cómics (abunda sangre, violencia y buenos golpes, así que están advertidos).

A veces es bueno tomarse a los superhéroes en serio, aunque sea en una película de acción y fantasía. En Kick-Ass los buenos sufren, no son invulnerables, no tienen superpoderes, suplican y mueren. Pero también, aquí, los malvados reciben su merecido. Y eso, con el fondo musical de An American Trilogy de Elvis Presley, es simplemente genial. 


 

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