jueves, 26 de julio de 2012

Valiente, una historia convencional

Valiente es una historia más bien simple y convencional.  
Valiente (Brave, 2012) es la más reciente entrega de la dupla Walt Disney-Pixar que tan buenos resultados dio en cintas como Toy Story (1995, 1999, 2010), Finding Nemo (2003), Ratatouille (2007) y Up (2009). ¿Qué podemos decir? Que frente a lo que muchos hubiesen podido imaginar se trata de una de las historias más convencionales que haya entregado Pixar. ¿Y por qué no mencionamos a Disney? Porque Valiente se ajusta en todo sentido a las clásicas historias de Disney, y aunque el resultado ha sido bien recibido por la mayoría del público y la crítica, no deja de ser menos de lo esperado.


Buenos gráficos y ambientación. Faltó un mejor argumento.
Sin duda lo mejor es el nivel de los gráficos y la ambientación, la recreación de los parajes y la capacidad de cautivar con el nivel estético de los mismos. Vale la pena señalar que la película tardó cuatro años en ser culminada para tener una idea del mérito tecnológico y la labor cuidadosa que hay detrás de una cinta de animación como esta. 

La historia no empieza mal y desde un inicio es clara la premisa: la joven protagonista, la princesa Merida (Kelly Macdonald), desea poder elegir su destino frente a lo que la tradición le exige, una tradición que está representada por su madre, la reina Elinor (Emma Thompson)

Hasta allí todo bien, aparece el resto de personajes, algo esquemáticos por cierto, como el simpático pero bastante plano rey Fergus (Billy Connolly). La trama se hace un poco lenta hasta que se da la previsible discusión entre Merida y la reina. Pero cuando pensamos que se iniciaría una gran historia, todo se deriva en una acción más bien caprichosa de Merida, en un relato ya antes contado y en una serie de momentos –algunos graciosos, otros tiernos– ya vistos en otras películas de Disney. Y ello a pesar de contar con todos los elementos para ofrecer una propuesta más ambiciosa.


Abundan los personajes y las posibilidades, pero no se llegan a aprovechar. 

Así nos vemos con un encantamiento inesperado, algunos momentos de acción y la habilidad para hacer que personajes secundarios (como los tres hermanos pequeños de Merida) aporten situaciones divertidas. Valiente (Brave) prometía aventura y un relato en que el arrojo y el valor tomaban la forma de una adolescente (lo que aportaba cierta originalidad); pero ninguna de estas ideas se trasladan a la historia. La acción está allí, pero como parte de las circunstancias y Merida, antes que una heroína, es una adolescente que debe resolver un embrollo generado por sus propias acciones.

Madre e hija. El centro de la historia.
Incluso la supuesta idea central (cada quien puede elegir su destino) hace las veces de epílogo, de enseñanza o moraleja que se declara al final, pero que no se percibe en una trama sin mayor vuelo. Y es que en realidad el filme gira en torno a Merida y la reina Elinor, la relación madre-hija y la forma en cómo ambas logran comprender su rol y entender el porqué de sus acciones.
Así que estamos ante una historia más bien familiar, entretenida en partes y simple. En todo caso, es una cinta para los más pequeños que disfrutan con los momentos graciosos, las ocurrencias de los tres hermanos y la acción. 

Publicidad y filme. Pesó lo primero.

Hay un hecho innegable: las imágenes promocionales de Valiente (en afiches y el trailer) apelaban a la aventura, a imaginar una heroína en una gran historia. Y parte de la distancia entre la expectativa generada y lo que la cinta en realidad ofrece y nos deja se debe a ello. Está bien querer vender, pero hay cierta ligereza entre lo que se pretendió anunciar y lo que fue; como también en la forma de entender lo que puede ser un personaje heroico o valiente. Recordamos cintas como Nausicaä del Valle del Viento (1984), El castillo ambulante (2004) y El viaje de Chihiro (2001), las tres de Hayao Miyazaki. Todas ellas grandes o bellas historias en donde la protagonista central hace del heroísmo una forma de ser antes que un cúmulo de escenas de acción. La valentía está en el corazón de todos esos personajes y no en habilidades guerreras de las que en realidad carecen. 

Lo que sí recomendamos con entusiasmo es el corto que se proyecta antes de la película. La Luna (2011) de Enrico Casaros es un relato sencillo pero bello, imaginativo y diríamos que hasta clásico, en el mejor estilo de los cuentos para niños. A los más pequeños los hará sonreír y soñar, y a los adultos de seguro emocionará. Fue nominado al Oscar como mejor corto animado en el 2012. 

Hay varios apuntes que se nos quedan acerca de Valiente, pero en ellos tocamos partes de la historia. Así que como en una anterior ocasión, lo que sigue es con una sana advertencia (al estilo Disney por supuesto).




La forma del encantamiento no fue la mejor.
- Hay un aspecto que nos llama la atención. La forma en que se genera el encantamiento que afecta a la reina Elinor. Y es que Merida no solo pide un deseo como sucede en el caso de Shrek, felices para siempre (Shrek Forever After, 2010), lo que puede verse como un acto sin malicia y más bien infantil. Pero Merida da a su madre el pastel con el que es hechizada. Es cierto que la princesa no sabe las consecuencias del hechizo y que la escena trata de aligerarse con un estilo más bien cómico, pero no deja de ser un acto adrede.

- Si bien la trama es distinta, Valiente comparte elementos con Cómo entrenar a tu dragón (How to Train Your Dragon, 2010). En ambos casos el personaje central es un adolescente que se ve enfrentado a las costumbres y la tradición de su entorno, hay una relación madre-hija y padre-hijo, respectivamente, en que se dan diferencias y luego reconciliaciones; todo sucede en reinos antiguos con reyes y guerreros. Pero Cómo entrenar a tu dragón es más entretenida y uniforme, es más ambiciosa y es ante todo una aventura. Incluso los personajes están más desarrollados y por ello sus acciones son más consecuentes.

Los hermanos aportan la diversión.
- Los tres hermanos de Merida aportan gracia y diversión. Y sus travesuras y ocurrencias se ubican en el estilo más tradicional de Disney. Lo mismo sucede con los gestos y la expresividad de la madre una vez hechizada y que recuerdan todo el arte y la habilidad de Disney cuando sus héroes han sido tomados de la naturaleza. Lo que le falta es atreverse a crear nuevas historias.

- En la parte final, Merida debe interponerse entre sus padres, ya que el rey Fergus no reconoce a la reina. Es allí en donde al parecer quisieron que Merida se mostrase decidida y valiente. Lo que nos llamó la atención fue el diálogo de la princesa cuando cruza espadas con su padre: “No te dejaré que le hagas daño a mi madre”. La escena es con un acercamiento al rostro de Merida, entre furioso y aguerrido. Puede ser una ligereza de la traducción, pues cualquier otra frase menos directa habría funcionado mejor, o en todo caso si Merida se hubiese enfrentado a otro personaje y no a su padre. Reconocemos que este apunte y el que se refiere a la entrega del pastel encantado pueden ser demasiado subjetivos y aceptamos que para el resto de espectadores no tengan importancia o no les generen el mismo efecto.

La bruja y el hechizo. Dos elementos algo gratuitos.
- La bruja (Julie Walters) parece sacada de tantas otras películas de Disney. Si lo que se deseó fue hacer un homenaje al respecto, lo entendemos, pero su presencia es tan aleatoria que bien pudo no incluirse. La única razón por la que está es para justificar el encantamiento de la reina y el aprendizaje de Merida. Tanto es así que no vuelve a aparecer, y es literal: cuando Merida y la reina van en su busca hallan su choza abandonada con la excusa de que se ha ido de viaje. Es más, les deja un mensaje grabado ¡para revertir el hechizo!

- Los otros jefes de los tres clanes Lord MacGuffin (Kevin McKidd), Lord Macintosh (Craig Ferguson) y Lord Dingwall (Robbie Coltrane) y sus respectivos hijos se desperdician. Cuán diferente hubiese sido la historia si Merida y los tres jóvenes pretendientes se hubiesen embarcado en alguna gran aventura.


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