miércoles, 4 de julio de 2012

Las sombras de Tim Burton

Imagen que se queda en promesa. Una cinta sin mayor brío y simple.
Si algo caracteriza el cine de Tim Burton es su gusto por los personajes extravagantes, los escenarios lúdicos y los argumentos en que la fantasía adquiere matices sombríos. Sus cintas se regodean en lo grotesco y en el contraste que sus personajes (retorcidos, absurdos, deformes por fuera y por dentro) generan al desenvolverse en un espacio más bien real. 

Johnny Depp es su actor favorito, y entre ambos han regalado los más teatrales y afectados personajes: Mad Hatter en Alice in Wonderland (2010), Willy Wonka en Charlie and the Chocolate Factory (2005) o Ed Wood en la película del mismo nombre (1994). El humor y el placer que genera en los espectadores surge al ir en sentido opuesto a lo convencional, en donde lo ridículo se toma seriamente por los protagonistas que por lo general aman y odian según los extravagantes parámetros que los definen.

Beetle Juice (1988)  en todo el estilo del mejor Burton.
Beetle Juice (1988) fue su mejor película en muchos sentidos, pues reúne todo los elementos del cine de Burton: el humor en lo grotesco, los fantasmas como protagonistas, Beetlejuice (interpretado por Michael Keaton) como uno de los personajes más deliciosos del universo de Burton y una historia irreverente. Aquella cinta fue la carta de presentación que le permitió recibir el encargo de Batman (1989), tal vez porque su delirante estética podía ajustarse al mundo de los comics. El resultado fue una película correcta, oscura, con un Joker (Jack Nicholson) ideal para él y una propuesta visual que le aseguró el éxito. Porque sin duda, además de los personajes extravagantes, si algo hace bien Burton es crear el entorno y el escenario donde se desenvolverá la trama. Luego contó una historia de amor en tono grotesco en donde parodia el arquetipo del ideal norteamericano: Edward Scissorhands (1990) y se reencontró con Michael Keaton para hacer Batman Returns (1992).

Ed Wood (1994), una de sus mejores cintas.
Da la sensación que se siente mejor en los escenarios de fantasía, en los personajes surgidos de las historias de terror a los que da un matiz humano, en crear mundos fantásticos y alejados de la realidad. Es tan claro su estilo que incluso se adentra en las películas animadas, ya que en ellas no hay límite para sus personajes: fue productor de la genial The Nightmare Before Christmas (1993) y dirigió Corpse Bride (2005). Su producción ha sido irregular y con algunas cintas le ha ido mejor que con otras. Pero si algún productor tiene en mente hacer una película como Alice in Wonderland (2010) o Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street (2007) seguro será uno de los directores propuestos. Lo cierto es que algunas de sus historias pueden gustar, pero Burton parece atrapado en un estilo en donde lo visual y su oscuro sentido del humor no bastan para componer una buena película. Seguro, la mayor de las veces cumple, pero se vuelve repetitivo para quienes han seguido su filmografía.





Tema de Burton: las historias de amor gótico. 
Esta vez tomó una serie de televisión norteamericana de culto, Dark Shadows (de 1966 a 1971), que atrapó sobre todo al público joven de entonces con historias lúgubres de vampiros, zombis, fantasmas, elementos de terror y de ciencia ficción y personajes de los más variopintos. Las limitaciones de producción de aquella serie y lo extraño del argumento central recordaban a las películas de Serie B, un género que Burton siempre ha celebrado en más de una película: Ed Wood (1994) y Mars Attacks! (1996). ¿Qué mejor relato que un vampiro del que se enamora una solitaria joven y una familia extravagante envueltos en historias de terror, de hombres lobo y demás para tentar a este curioso director?

Irreverente y de humor negro: Mars Attacks!
Burton ya jugó con lo lúgubre y el terror en Sleepy Hollow (1999) y Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street (2007), pero no es lo suyo. Él es feliz al contar el amor entre seres mutilados como  The Nightmare Before Christmas (1993), Corpse Bride (2005) o Edward Scissorhands (1990); pero el horror en esencia pura no le interesa: donde debe aparecer la escena culminante que hará erizarnos el cabello, suelta una frase jocosa, una situación ridícula o narra la historia sin mayor brío ni emoción. 

Lo suyo es lo grotesco en tono de comedia como señalamos y Dark Shadows (2012) se prestaba para ello. Durante los primeros minutos parece que nos regalará una interesante historia, se mueve en su mundo del ridículo a lo absurdo, contrasta el sombrío personaje de Barnabas Collins (Johnny Depp) con elementos del mundo real, nos regala a una curiosa familia que promete más de una situación absurda. Nos alistamos a ver un largo recorrido por esos años setenta a lado de Barnabas Collins y tal vez una película inteligente; pero en eso todo queda en promesa, se suman algunos momentos graciosos que la platea celebra, se pasa al enfrentamiento con la bruja Angelique Bouchard (Eva Green) y la familia Collins queda relegada.

Johnny Depp en un personaje que deambula sin gracia.
Al parecer, a Burton el trabajo de contar una buena historia no le apetece en Dark Shadows (2012) y prefiere pasar a la acción, a la trama reducida al mínimo y a un enfrentamiento final casi ridículo (por los elementos a los que apela), como en busca de resolver rápido la película. Todo para luego mostrarnos una escena que nos recuerda a Corpse Bride (2005), porque eso sí, Bella Heathcote (que interpreta a Victoria Winters) nos recuerda a la triste novia fallecida que sigue en busca del amor perdido. Luego añade una última escena, totalmente previsible, como para sugerir una segunda parte ¿o simplemente es un recurso efectista? Porque todo acaba tan rápido, tan abierto, que parece que Burton y compañía se agotaron con los efectos especiales y en el autocomplacencia. Ni siquiera es la comedia hilarante que prometía el tráiler.

Burton se copia a sí mismo en una cinta que decepciona.
Tal vez lo mejor del filme sean los minutos iniciales (aunque no la introducción, un recurso tan repetitivo hoy en día y que se narra sin energía) y el colorido afiche, con los curiosos personajes que integran la familia Collins, y que pasan de lo irreverente como atractivo inicial a la total intrascendencia. Michelle Pfeiffer (Elizabeth Collins Stoddard), Helena Bonham Carter (la Dr. Julia Hoffman), Chloë Grace Moretz (Carolyn Stoddard) y Jackie Earle Haley (Willie Loomis) son el reflejo del afiche y algunas películas de Burton: imagen y afectación exterior, sin alma y sin un guión que les permita desarrollarse. Johnny Depp (Barnabas Collins), Eva Green (Angelique Bouchard) y Bella Heathcote (Victoria Winters) son los personajes centrales y los que más se lucen, aunque Heathcote sale tan poco que nos preguntamos si acaso tenían que ahorrar en el metraje.

Es cierto, es una película comercial y la idea es pasar un buen rato. Pero de un tiempo a esta parte, nos quedamos siempre con la sensación de que esa medianía que nos ofrece el cine comercial en la mayoría de sus filmes es inaceptable. Burton no es un director que nos emocione del todo, pero esta vez se ha ocultado en sus propias sombras, como el vampiro que huye de la luz, para darnos una película que promete mucho y queda en nada.

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