viernes, 6 de julio de 2012

El extravagante y genial cine B

Ed Wood y Bela Lugosi o el delirio del Cine B.
En el cine existe una categoría que siempre me parecerá genial: las películas Clase B (o Serie B). El término se relaciona con Hollywood y nació para incentivar el negocio de las cadenas de cine tras la gran depresión (cuando estas pertenecían a los grandes estudios cinematográficos): la idea fue ofrecer un mayor número de cintas y asegurar la presencia de público con la proyección de una película de nivel estándar o de gran presupuesto, y luego una segunda función con una de costo mucho menor. 

Sin actores conocidos, directores noveles y con poco dinero, si algo tuvieron a favor muchas de estas películas de Serie B es la relativa libertad creativa que pudieron alcanzar, al punto de que varias de ellas hoy son clásicos del cine o permitieron el salto al estrellato de artistas, directores y guionistas. Las recordadas seriales de vaqueros y superhéroes de los cincuenta también integraron este tipo de filmes.

Terror y ciencia ficción con elementos similares.
Si bien el cine de Serie B no implica necesariamente malas películas (hay títulos muy buenos), lo cierto es que a lo largo de los años fue adquiriendo fama de extravagante y ridículo. Y es que parte del efecto que genera ver estas películas se debe al resultado de su corto presupuesto: actuaciones y diálogos elementales, historias y guiones absurdos, escenografías y escenarios rudimentarios. Un aspecto que tal vez en su momento era asimilado por los espectadores de entonces, más interesados en disfrutar de la historia en sí. Pero las siguientes generaciones hicieron de estos aspectos un atractivo esencial. Hoy en día, es una recreación y un placer esta mixtura entre lo que narra la película y todos estos elementos anexos, pues le otorgan al fenómeno de su visualización un significado muy diferente a su intención original.

El par de siempre: sensualidad y horror.
Aunque ver una película es una actividad natural de la vida moderna, lo cierto es que la mayoría de las veces no somos conscientes de todos los elementos que integran un filme, o en todo caso los integramos durante el proceso de su proyección. Pero en el caso de las películas de Serie B, la mayoría de espectadores modernos son conscientes de estos elementos, ya sea porque buscan disfrutar de este género justo por dichas características (bajo presupuesto, malos efectos, actuaciones extravagantes) o porque estas son tan obvias que saltan a la vista.

Dado el objetivo de alcanzar a un público masivo, la mayoría de este tipo de películas recaló en una serie de géneros específicos que seguían una estructura narrativa muy similar, pues la idea fue siempre reducir los costos. De allí que abunden las cintas de terror, de fantasía y de ciencia ficción que con el paso del tiempo son motivo de culto (las películas de zombis son típicas de este caso). Es más, surgió un subgénero: el cine Clase Z, cintas de mucho menor presupuesto que pueden rayar en el mal gusto o el total absurdo.

La ciencia ficción de bajo costo.
Las películas de Clase B desaparecieron como tales con la consolidación de la televisión y el cierre de los estudios para este tipo de cintas (que eran financiados por las grandes productoras). Pero su legado continuó y dicho término se usó para identificar a la gran cantidad de filmes de bajo presupuesto que hasta el día de hoy se realizan. En algunos casos, se trata de películas de terror y de acción que abundaron en los setenta y que han sido motivo de más de un homenaje como Death Proof (2007) de Quentin Tarantino; o Planet Terror (2007) y la hilarante Machete (2010) de Robert Rodríguez.

La ciencia ficción de finales de los setenta e inicios de los ochenta abunda en títulos extravagantes en que aparecen los protagonistas y las historias más rocambolescas. Es un deleite ver las portadas de estos filmes por lo sugerente de sus ilustraciones y porque todas repetían el mismo formato. Incluso, el afiche original de Star Wars (1977) tiene elementos de los usados en las películas de Serie B.





Un clásico al estilo B: Behemoth, the Sea Monster (1959). 
Pero el género y sus características se convirtieron en un atractivo por sí mismo, y directores, ahora reconocidos, en su momento se dieron el gusto de disfrutar al máximo todas las posibilidades que este tipo de películas les ofrecían: las más delirantes historias, la posibilidad de combinar el horror, el humor y la acción, todo la a vez y sin freno alguno, la estridencia de las imágenes e incluso la posibilidad de regodearse en lo grotesco y lo sórdido. ¿Ejemplos? Peter Jackson, el artífice de la trilogía de The Lord of the Rings (2001, 2002 y 2003), en su momento hizo películas como Meet the Feebles (1989) y Braindead (1992), cintas que muchos no se animarían a ver. A su vez, Sam Raimi, encargado de la trilogía de Spider-Man (2002, 2004 y 2007), siempre será recordado por las hilarantes The Evil Dead (1981), Evil Dead II (1987) y Army of Darkness (1992).

Ficción con sabor a revancha.
Es verdad que en muchos casos el resultado ha sido casi lunático. Pues si bien el término nació en Estados Unidos, las cintas con este tipo de características abundan en todas partes del mundo, pues el cine de Hollywood ha sido el referente. Hay cintas que incluyen partes de otras (algo común desde los primeros años a fin de reutilizar escenas y ahorrar costos), a veces sin respetar ningún tipo de derechos de autor e incluso por ser el más descarado plagio. El cine turco es un buen ejemplo de ello con réplicas crudas y duras de E.T., El Mago de Oz e incluso de Star trek y Star Wars

Elocuente: Piranha (1978).
El cine asiático es generoso en películas Serie B y mientras más desconocido y lejano (para nosotros) sea el nombre del país de origen, más alucinantes son las cintas que se proyectan. ¿Quién no recuerdas las películas de artes marciales de los ochenta en que abundaban los ninjas multicolores y las cintas de kung fu con protagonistas voladores? O la invasión de toda clase de películas de cíborgs, bárbaros, guerreros y diabólicos monstruos  algunas solo para video como Knights (1993), The Sword and the Sorcerer (1982), Deathstalker (1983), Robot Wars (1993), Child's Play (1988) el recordado Chucky– o Puppetmaster (1989).

Muchos títulos de Serie B han tenido versiones posteriores (algunas en tono de comedia), incluso con actores conocidos e impulsadas por los grandes estudios de manera periódica para atraer a las nuevas generaciones. Ese es el caso de Attack of the 50 foot woman (1958) que luego se revivió en 1993 con Daryl Hannah; o Piranha (1978), cuyo legado ha seguido con Piranha 3D (2010) y Piranha 3DD (2012).

¿La recuerdan? Cynthia Rothrock. 
Por cierto, hoy en día en que la producción cinematográfica es de vértigo, las películas de bajo presupuesto recogen muchas de las características de la Serie B. Pero no son parte de ellas. Es decir, el hecho de que una cinta carezca de grandes recursos no significa que sea catalogada con tan digna denominación.

Y es que a pesar de todas sus deficiencias, e incluso a causa de ellas mismas, el clásico cine de Serie B tenía un mérito del que carecen muchas películas comerciales de hoy en día: eran sinceras y genuinas y a pesar de sus limitaciones buscaban deleitar al espectador. Ed Wood, o en todo caso la idealización que hace Tim Burton de este director en la cinta del mismo nombre de 1994, es un buen ejemplo: aquellas cintas eran un delirante anhelo por contar una historia a través de imágenes llenas de fantasía.

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