viernes, 27 de julio de 2012

El mejor Batman y el adiós de Nolan

La trilogía finaliza con Batman al límite de sus fuerzas.
Espectacular. Así podemos definir The Dark Knight Rises (2012), el término de una saga que tuvo como más alto exponente The Dark Knight (2008), aquella segunda parte delirante que es la clave para que Christopher Nolan finalice  con acierto el mejor Batman que hayamos visto, muy por encima y de lejos del que alguna vez hizo Tim Burton (con el que algunos se atrevían a compararlo).

The Dark Knight Rises debe verse sin duda alguna, para todos aquellos que iniciaron esta aventura con Batman Begins (2005) y que merecen reencontrarse una vez más con el mejor héroe, el más humanizado y a la vez el más cercano al ideal heroico en el mejor sentido no ya de los comics, sino de ese tipo de cine que permite soñar como cuando se era niño. Si bien apela a una serie de referencias modernas, el final luce el estilo de las mejores cintas en que el héroe se pierde tras el horizonte.

Y la celebramos y festejamos, aun siendo muy conscientes de sus puntos débiles y de que Nolan pudo asegurarse tal vez con una propuesta más uniforme y arriesgar menos. Pero es justo esa ambición la que define esta tercera parte como única y lo que le permite destacar por sus propios méritos, tal como lo hacen Batman Begins y The Dark Knight.


Nolan se despide bien de la saga que inició en el 2005.
¿Qué podemos contar sin echar a perder una historia que es mejor descubrir? Que se sostiene a partir del excelente final de la segunda parte y que cierra todos los elementos de esta trilogía. Que el inicio corta el aliento y que el primer tercio es lo mejor por la composición de la historia, por la presentación de los personajes, por los recursos que emplea Nolan para situarnos en un despliegue colosal del que no nos dejará escapar hasta los créditos finales. Para quienes deseen conocer detalles del argumento y los personajes, pueden hallarlos en un post anterior (The Dark Knight Rises: el gran final que esperamos).

La confrontación y el sacrificio del héroe..
Es, además, el mejor Batman (Christian Bale) visto hasta el momento como personaje. Porque la cinta es sobre el dilema del héroe y del orden, de la justicia y el equilibrio, del sacrificio y la valentía anónima, de la esperanza frente al caos y el terror. Y a pesar de los dilemas modernos que Nolan plantea con atrevimiento en imágenes y en certeras frases, lo mejor es que no se marea con todo ello y no olvida que, al igual que los ilusionistas de El gran truco (The Prestige, 2006), se debe al espectador y a la magia que surge cuando las luces se apagan. Nolan sabe que se trata de cine, de entretenimiento y que es aquello su razón de ser. Y en una época en que algunos buscan erróneamente hallar en la cinematografía la culpa de las locuras del mundo real, se lo agradecemos.

Lo que sigue es una serie de apuntes que deseamos compartir, pero sin contar el argumento en lo posible. Eso sí, la cinta es larga y no tiene el ritmo trepidante de la segunda parte (aquella con el Joker), por lo que sugerimos buscar un buen lugar en la sala de cine, porque merece verse en pantalla grande a fin de no perder detalle alguno. 



La historia es buena, pero se plasma con altibajos.
- En primer lugar, tanto las críticas positivas como buena parte de las que no lo son tienen razón. Es decir, estamos ante un filme que se puede aplaudir por sus aciertos como señalar con facilidad lo que no funciona del todo. Dependerá del espectador, al final de la película, decidir en cuál de los lados se ubica, porque no hay términos medios. O te gusta por lo que desea transmitir, o te disgusta porque en dicho afán la cinta no avanza al ritmo deseado.

- Lo volvemos a decir, The Dark Knight (la segunda parte) es la mejor de la trilogía. Es equilibrada en drama y acción, la historia es sólida, conmovedora, dura y sin concesiones, Nolan maneja las escenas con exactitud milimétrica, los diálogos son agudos y certeros, y la trama se desarrolla de manera vertiginosa y al límite por los veloces cortes de edición. Tiene a un héroe ya definido y a un villano irrepetible (el Joker de Heath Ledger). Pero esto es posible gracias a Batman Begins, que compone las bases que le permiten a Nolan centrarse solo en la historia en aquella segunda entrega. Pero además The Dark Knight no tendría sentido total sin The Dark Knight Rises. Tres películas, tres cintas enlazadas y que se complementan, pero cada una diferente en su propuesta narrativa y visual.

Bane (Tom Hardy) cumple un rol necesario aunque frío.
- Batman esta vez no lucha con un villano tan sólido como el Joker. Bane (Tom Hardy) se ve limitado por su máscara, es solo violencia y discursos descarnados; y aunque en realidad esa es su función pues hay otro personaje detrás de él, carece de una presencia más sólida. Del segundo villano solo podemos decir que aparece lo justo para cumplir su labor, pero en realidad no tiene fuerza. Más allá de la sorpresa de su aparición está allí porque permite añadir una mayor densidad a la historia.

- La cinta dura casi tres horas (164 minutos) y su mayor problema es que busca abarcar una serie de situaciones y conflictos para cerrar una idea totalizadora. Christopher Nolan es lo suficientemente hábil para no perder el control de tantos personajes, situaciones e historias, pero al final la cinta puede verse como un conjunto de buenas secuencias que se encadenan con lógica, pero que en ese largo discurrir pierden intensidad. Algún avezado productor habría convertido la cinta en dos partes, pero eso ya hubiese sido un exceso. Es claro que Nolan apela a todos sus artificios y trucos, pero ya se nota en él un desgaste. Batman tenía que terminar de todas maneras.

La extensa trama se soporta con el buen reparto de actores.
- La extensión y la trama genera que algunos personajes pierdan fuerza y se perciban como simples cumplidores de un rompecabezas bien armado. Otro aspecto es el transcurrir del tiempo, pues no queda claro en algunos momentos si han pasado días o semanas. El otro aspecto es el espacio: hay un par de escenas en que los personajes surgen de la nada y sin ninguna referencia sobre el transcurso de un punto a otro (¿recuerdan el caos de la parte final de Transformers: Dark of the Moon?).

- Cuando se tiene un grupo de actores de reparto del nivel que se ve en esta trilogía de Batman, te puedes dar el lujo de salvar una cinta tan larga apelando a momentos dramáticos y precisos a fin de volver a atrapar el interés del espectador. Puedes sostener secuencias sin que aparezca Bruce Wayne o Batman, pues Michael Caine (Alfred), Morgan Freeman (Lucius Fox) y Gary Oldman (Gordon) tienen suficiente presencia y carisma para hacerlo. Está además Joseph Gordon-Levitt para sostener con eficiencia a un personaje clave (John Blake) al final de la cinta, e incluso Nolan se da el lujo de usar a Matthew Modine (oficial Foley) como un personaje adicional que también vive su propia historia. Como en El Origen (Inception2010) y sus sueños dentro de sueños, en esta última parte de Batman, los personajes tienen sus propias historias, como pequeños relatos que se superponen y que permiten sostener la historia central justo donde esta deja vacíos.

The Bat impacta, emociona y llena los ojos del espectador.
- Si en la primera cinta fue el tanque hecho vehículo para Batman y en la segunda fue la aparición de aquella moto futurista, esta vez es The Bat (así se llama el vehículo aéreo que usa el héroe enmascarado) el que merece todos los aplausos. No importa lo que hayan visto en el tráiler, es necesario verlo en la cinta y Nolan aprovecha al máximo todo el efecto que esta nave genera.

La mejor Catwoman de lejos, pero no como para otro film.
- Para quienes se lo preguntan: Anne Hathaway es la mejor Selina Kyle-Catwoman que uno hubiese podido imaginar. Sobre todo en los primeros minutos, cuando se da a conocer y muestra todas sus habilidades. Luego se diluye un poco como el resto de protagonistas. Pero es más que suficiente, aunque no como para que protagonice su propio filme, como algunos ya han sugerido, pues sería una película menor e injusto para el personaje. Es una lástima que no hubiese aparecido antes, pues sin duda queda el deseo de ver más de ella.

- Hay una escena en que seguro dirán: “Aquí debió estar el Joker”. Y es que es tan surrealista, tan caótica, tan delirante que es imposible no pensar en él. Es tan obvio, que el personaje que lo reemplaza se ve contenido, sin gracia y sin locura alguna; como si el actor que lo interpreta (Cillian Murphy) fuese demasiado consciente que aquel no era su lugar y que cualquier impostura o gesto exagerado traería a la mente a Heath Ledger. Y es una lástima, porque es más que seguro que apenas lo vean podrán incluso imaginar los gestos, los sonidos, las miradas y las actitudes del Joker en aquella especie de juzgado apocalíptico. A tal nivel fue la interpretación de Ledger.

Miranda Tate (Marion Cotillar) se diluye en la historia.
- Miranda Tate (Marion Cotillard) es uno de los personajes que más sufre con lo amplio de la historia. Al punto de que la relación con Bruce Wayne se da muy rápido y es uno de los protagonistas más flojos. Es al final que su presencia cobra importancia, pero no deja de sentirse inconsistente.

- El personaje de Alfred, el más emotivo por su cercanía a Bruce Wayne, desaparece luego del primer tercio solo para regresar al final. Tal vez la historia así lo requería, pero nos priva de uno de los protagonistas más entrañables de la saga. Al igual que Bruce Wayne, nos sentimos un poco solitarios y abandonados sin él. Aun cuando Nolan reemplace su función e incluso su figura (en una especie de guiño o juego con el espectador) con el guía que Wayne conoce durante su permanencia en las mazmorras.

El nivel de violencia llega a ser por momentos muy realista.
- Quien desee verlo hallará en este filme un discurso sobre la crisis financiera y la responsabilidad de quienes se enriquecen a costa de las mayorías, la explosión de la violencia y el fantasma del terror que ha vivido y vive la sociedad norteamericana, el dilema sobre hasta dónde las leyes y las normas cumplen su rol y cuándo estas deben quebrantarse por un ideal mayor. Pero como decimos, Nolan no olvida su razón de ser y el final nos recuerda que es una película con un buen propósito: un mensaje optimista y esperanzador.

- Es sin duda la cinta más cruda de las tres por el nivel de violencia. Aunque Nolan se cuida mucho de las escenas que muestra y es muy pulcro en las mismas, es imposible por momentos no sentir el impacto de situaciones que superan a otras películas de acción. Y es que las escenas son muy realistas, aun cuando no se vea sangre alguna. No obstante, a pesar de la violencia que mencionamos, el final nos devuelve el ideal del héroe para felicidad nuestra.

El más entrañable de los personajes aparece solo lo justo.
- Nos preguntamos si no hubiese sido mejor solo el rostro de Alfred en la última escena, sin mostrarnos qué es lo que observa. Porque una vez más Nolan nos hace caer en el juego de Inception, aun con todos los supuestos detalles y pistas que nos deja en los segundos finales. Y nuevamente será el espectador el que decida qué creer y qué final es el que asume. Válido, pero hasta cierto punto incómodo. Lo que pudo ser efectivo una vez, se vuelve inconsistente una segunda o tercera.

Momento de decir adiós. Nolan ya usó todos sus trucos.
- Por todo lo anterior, es bueno que el Batman de Nolan termine aquí. El personaje se lo merece, pues tal como sucede en la cinta (Bruce Wayne está al límite de sus fuerzas físicas y mentales), ya no daba para más. Nolan, como señalamos, tampoco. Al igual que Batman, ha usado todos sus trucos. Al igual que el héroe enmascarado, debe reinventarse, buscar otras formas para renovar su estilo y su propuesta. Tal vez en un largometraje de menor presupuesto e intimista. Si bien su mérito ha sido elevar el nivel del cine comercial, empieza a lucir esquemático y predecible. Y corre el riesgo de convertirse en un director más, de esos que Hollywood llama para sacar adelante alguna superproducción de estilo impersonal, artificiosa y grandilocuente. 


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