miércoles, 21 de diciembre de 2011

El regreso del Hobbit

Si algo hay que agradecerle a Peter Jackson es la trilogía de El Señor de los Anillos. La Comunidad del Anillo (2001), Las dos Torres (2002) y El regreso del Rey (2003) han sobrevivido, para bien o para mal, sobre una serie de largometrajes épicos y fantásticos que salieron después en busca de repetir una fórmula (las películas de fantasía) que, no nos engañemos, es cíclica, como todo lo que existe bajo el sol y en la mente de las grandes productoras. Sin embargo, el mérito de Jackson fue respetar –o  al menos trató de hacerlo–, el espíritu de la obra de Tolkien.
Aunque bastante modesta en su propuesta narrativa, La Comunidad del Anillo es la mejor en ese aspecto, si bien no deja de mostrar las limitaciones creativas y las simplezas del esforzado director. No confundir las ideas para la ambientación, la fotografía y la caracterización de los personajes: eso es todo de Tolkien y obra de los ilustradores Alan Lee, John Howe y Ted Nasmith. Llenas de acción y efectismo, las dos secuelas fueron perdiendo la frescura y el final es un largo y agotador desenlace pletórico en recursos visuales pero sin alma ni energía.
Créanme, lo mejor de la trilogía se da cuando respeta la esencia de Tolkien; lo peor cuando más se aparta de la historia original. Por cierto, ni con todos los efectos visuales a su disposición, Jackson se atrevió a replicar las grandes batallas en Gondor y Mordor (en la novela, son simplemente más dramáticas y espectaculares). Pero hay que ser agradecidos. Sería un error creer que el tema pasa por añadir más efectos especiales. El resultado pudo haber sido catastrófico en manos digamos de un George Lucas.
Ahora llega El Hobbit (diciembre del 2012) y, para quienes recuerdan el libro, seguro habrán de preguntarse cuánto han añadido a la historia original, pues el Hobbit nació como un cuento para niños. Tolkien lo empezó a escribir para sus hijos y sin poder evitarlo alargó la historia. Pero en el fondo es un relato sencillo, con momentos bastante ingenuos, algunas correrías y unas pocas escenas épicas -muy pocas- al estilo de El Señor de los Anillos. La acción en El Hobbit es más bien simple pero guarda, eso sí, el mensaje inspirador de las obras de Tolkien.

El tráiler no es la gran cosa y da la sensación de ser más de lo mismo. Pero es cuestión de gustos. Al igual que con el Señor de los Anillos, es seguro que las mejores partes de esta película (The Hobbit: An Unexpected Journey) y su culminación en el 2013 (The Hobbit: There and Back Again) serán aquellas que respeten los pasajes y el espíritu de la novela. No nos imaginamos, por cierto, alguien capaz de llevar con éxito el Silmarillion al cine (tal vez solo los japoneses en sus geniales animes). Digamos que, en este caso, el escritor supera al cineasta.

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