miércoles, 21 de noviembre de 2012

Bajo el signo de Miguel Bosé

Prolífico y con la mirada puesta en lo que sigue. 
De Miguel Bosé recuerdo en mi niñez Amante Bandido (Bandido, 1984), por la letra y el coro seductor, pero también por aquel video que atrapó mi fantasía con un personaje al estilo de Indiana Jones (el mismo Bosé hacía dos personajes, el típico ratón de biblioteca y su contrario, una esencia casi animal). 

Niño aún y desorejado para la música como he comentado en otros posts, escuché alguna de sus canciones sin prestarle mayor atención a los discos o años a las que pertenecían: Linda (Linda, 1977), Horizonte de las Estrellas (Bandido, 1984); Super Superman, Creo en ti (Chicas!, 1979); Don Diablo, Morir de amor, Te amaré ( Miguel, 1980) y Te diré (Más allá, 1981) . 

Pasó la niñez, llegó la adolescencia y entonces Te amaré y Creo en ti empezaron a quedarse un poco más en mi mente. Un día me encontré con el video de Como un lobo (XXX, 1987) y simplemente me pareció genial. La letra, la música, el video mismo. Y esa imagen fue mi mayor referente de Bosé por buen tiempo.
Amante Bandido (1984).
Inicios de los noventa, el amor no llegaba y los sueños alimentados por el cine y la literatura me tuvieron alejado de todo. Hasta que escuché Los chicos no lloran (Los chicos no lloran, 1990) y dije “vaya, esto está bien”. 
Por entonces había pasado de Hombres G a Duncan Dhu, El último de la Fila, La Orquesta Mondragón, Olé Olé, Mecano y a otros grupos españoles. Lo de Bosé no lo había previsto, primero porque no escuchaba mucha música y segundo porque en esos años de solo radio, Tv sin cable y casetes poco podía hacer.
Los chicos no lloran (1990).
De allí, sin aviso ni advertencia, otro golpazo: Si tú no vuelves (Bajo el signo de Caín, 1993). Y todo fue uno, pues conseguí el casete de Directo 90 (1991) que era el recopilatorio de las giras con las canciones del álbum Los chicos no lloran y otros. 

Bambú, Sevilla, Duende, Hojas secas, Manos vacías, Senza di te, Nena, Aire soy, Salamandra, las escuché junto con Si tú no vuelves, Nada particular, Te comería el corazón, Si te cuentan que caí. Y me quedé con aquella mistura de estilos y composiciones de años diferentes, de canciones y discos recién descubiertos –Bandido, Salamandra (1986), XXX, Los chicos no lloran, Bajo el signo de Caín–.

Directo 90 (1991).
Sin duda, su música era una constante evolución, un cambio que pasaba de lo sofisticado a lo ligero, de lo romántico a lo divertido, en un ida y vuelta en que la elegancia y el glamour parecían el toque distintivo en muchas de sus interpretaciones, sin dejar por ello el gusto por un pop ecléctico o una elaborada composición instrumental. 

Era elegante, maduro y diferente a los grupos de rock y pop en castellano que por entonces iban en otra dirección. En aquellas melodías encontré la esencia de mucho de lo que anhelaba vivir. Bosé no podría tener la mejor voz (según muchos críticos), pero a cambio poseía un agudo concepto de la teatralidad y una capacidad para trascender con su interpretación la melodía misma.

Bajo el signo de Caín (1993).
Llegaron Laberinto (1995) y 11 Maneras de ponerse un sombrero (1998). De Laberinto me quedé con La autoradio canta; pues aunque tenía canciones como Este mundo va y No encuentro un momento pa' olvidar, en general me supo a lo de antes. Musicalmente, aunque seguía experimentado, sentí que había alcanzado su estilo definitivo. 

11 Maneras de ponerse un sombrero me pareció divertida, lúdica y refrescante: La mer, Un vestido y un amor, Sólo pienso en ti, fueron mis favoritas. Y es una lástima que su gira con Ana Torroja (Girados en concierto, 2000) no se hubiese dado hoy en que abundan los conciertos por estos lares.

Laberinto (1995).
El tiempo pasó y al igual que otros referentes musicales de mi juventud, lo perdí de vista la siguiente década aunque de vez en cuando me hacía sonreír al enterarme de que seguía vigente.

¿Y aquí termina este recuento? Pues sí y no. La producción de Miguel Bosé es inagotable desde antes y después (apenas he mencionado una pequeña parte en este post), con discos en castellano, inglés, italiano y francés. En los últimos años ha lanzado varias producciones, recopilatorios, versiones de sus canciones más exitosas e interpretaciones a dúo con diferentes artistas. 

Allí están Sereno (2001) con Sereno, Te digo amor, Morenamía, La noche me gusta; Por vos muero (2004) con Olvídame tú; y Papito (2007) de la que disfruté Nena (con Paulina Rubio), Como un lobo (con Bimba Bosé) y Corazones (con Ana Torroja). Tal vez mi buen amigo Blue Citizen tenga algo que contar de Velvetina (2005), Cardio (2010) y Papitwo (2012). Y es que se requeriría un post para cada una de sus producciones.
11 Maneras de ponerse un sombrero (1998).

El Miguel Bosé de mis recuerdos seguirá siendo genial y el Bosé del mundo real seguirá deleitando con su arte a tirios y troyanos. Aunque no es tan cierto que la historia termine aquí en mi caso particular. 

Pues en sus canciones, en sus letras, en su estilo, hallé un reflejo de muchas de mis inquietudes, no solo de las que luego pude hacer mías, sino de aquellas imposibles, inalcanzables, las que son el ideal de nuestros anhelos.



Sereno (2001).
En nada le resto mérito a sus siguientes producciones, simplemente me he quedado con aquella época en que lo conocí y me basta con ello. 

Algo que aprendí con la crítica sobre Mikel Erentxun y 24 Golpes (2011) es que hay que tener en cuenta y respetar a los fans –siempre incondicionales y con toda razón– que se diferencian de quienes como lobos esteparios bebemos de un intérprete y luego de otro según lo que nos haga falta. Esta humilde reseña no desea ofender a nadie.



Una vida dedicada al arte y a soñar.
De Bosé aprendí que los chicos no lloran, que debes soñar y dar pelea, que se puede ser un macho galante que da bambú, pero también un apasionado amante y un romántico empedernido. Que se puede ser lobo y duende, aire y luna, manos vacías y hojas secas, estrellas y desiertos. Que el amor es, al fin y al cabo, para siempre.

El arte (la música) es una forma de aprendizaje y sin duda, por entonces, el buen Miguel Bosé fue un gran maestro para mí. Ahora que miro hacia atrás es claro que sobreviví bajo el signo de aquellas canciones. Bajo el signo de Bosé.



2 comentarios:

  1. Oh pero qué bonito post! Lo encontré por casualidad!. Las canciones de Miguel también han estado presentes desde mi infancia, conteniendo mis buenos recuerdos.
    Cada artista tiene su forma de concebir y producir la música. La manera en la que Bosé lo hace es curiosa y con uno u otro detalle llamó siempre mi atención. Gracias por escribir ésto :-)

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    1. Gracias a ti por leerlo. Sí, hay artistas que nos acompañan en momentos de nuestras vidas y quedan los gratos recuerdos y lo que significaron para nosotros cuando el tiempo pasa. Puede ser en la música, en el cine, en la literatura, en tantas creaciones que coinciden con una etapa de nuestro ser.

      Gracias por compartir tu comentario.

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