El afiche lo dice todo: Willis y Johnson al rescate de la franquicia G.I. Joe. |
Tatum deja el protagonismo a un veterano de la acción. |
El encargo
de dirigirla fue para Stephen Sommers (La momia, Van Helsing), y aparecieron viejos conocidos del director como Brendan Fraser (Sargento
Stone), Arnold Vosloo (Zartan) y Kevin J. O'Connor (Dr. Mindbender). Ray Park (X-Men,
Start Wars) hizo las veces de Snake Eyes, mientras que Byung-hun Lee (El bueno,
el malo y el extraño) de Storm Shadow.
La lista de los personajes de G.I. Joe que aparecieron en aquella cinta es larga. Pero aun con los efectos especiales, el largo reparto y su fuerte promoción,
resultó una película algo tonta y anodina; algo así como ver Street Fighter
(1994) con Jean-Claude Van Damme. Es decir, los personajes estaban ahí, pero el
tratamiento era ingenuo e infantil (hasta en las caricaturas se lo tomaban
más en serio). Stephen Sommers repitió el estilo de acción, aventura, romance y
humor que le sirvió en La Momia (The mummy, 1999), desgastó en su secuela
(The mummy returns, 2001) y fue chirriante en Van Helsing (2004). El
resultado fue malas críticas, aunque la audiencia pareció quedar conforme,
al menos lo suficiente para la llegada de G.I. Joe: Retaliation (2013).
Dwayne Johnson en lo suyo: cara de malo y sed justiciera. |
¿Y qué
podemos decir? Que esta vez los productores apostaron por un estilo diferente.
Si en la primera había cierto grado de fantasía, artilugios de ciencia ficción
y un argumento enrevesado; esta segunda entrega copia escenas un poco de aquí y de allá, y apela a un par de actores de acción
conocidos. Punto. De la anterior película solo continúan Channing Tatum (Duke),
Arnold Vosloo (Zartan), Ray Park (Snake Eyes), Byung-hun Lee (Storm Shadow) y Jonathan
Pryce (el presidente). La novedad es la presencia de Dwayne Johnson (Roadblock)
y, por supuesto, Bruce Willis (General Joe Colton).
Cuota ninja: Ray Park (Snake Eyes) y Elodie Yung (Jinx). |
Esta segunda parte rescata
una escena final clave de la primera cinta y, de allí en adelante, es una nueva
historia. Los G.I. Joe son traicionados y deben recuperar su buen nombre, mientras
tratan de detener un nuevo plan del malvado Cobra, que aquí aparece casi de
compromiso, pues es Jonathan Pryce el encargado de poner las cuotas de maldad. Y
cuando decimos que la película copia de aquí y allá, es porque las escenas de
acción parecen calcar lo visto en otras como Los magníficos (The A-Team, 2010),
The Expendables y The Expendables 2 (2010 y 2012), Transformers (2007, 2009,
2011), Fast & Furious 5 (2011), Mission:
Impossible - Ghost Protocol (2011), A Good Day to Die Hard (2013).
Aquí hay acción al estilo de un grupo de comando, mientras que la cuota fantástica queda a cargo de Snake Eyes y sus peleas con Storm Shadow y un ejército de
ninjas.
Luke Bracey (Comandante Cobra) y Ray Stevenson (Firefly). |
Por supuesto, aparecen otros personajes de G.I. Joe, pero todos supeditados a la
historia, aunque los fans de Adrianne Palicki (Jaye) quedarán contentos, pues
detrás de Dwayne Johnson y Bruce Willis, es la G.I. Joe que más aparece,
y en algunos casos para lucir sus atributos físicos. Por lo demás, es divertido
ver a Jonathan Pryce hacer de malo, pues se nota que se divierte. Bruce Willis
logra encajar a punta de carisma, aunque verlo nos deja la sensación de estar ante una de sus cintas de acción y no una de G.I. Joe. Por su lado, Dwayne Johnson está en lo suyo. El director es Jon M. Chu (Step Up 2: The Streets y Step Up 3D), que
parece acomodarse bien a las escenas de acción, humor y la simplicidad
de la historia.
¿Una nueva película de Die Hard? No, es Bruce Willis en G.I. Joe. |
En resumen, aquí
solo queda sentarse y disfrutar de la función con una buena dosis de popcorn (canchita).
Ni siquiera es necesario haber visto la primera cinta, pues el tema es simple: malos contra buenos,
muchas explosiones, acción, disparos a granel, frases hechas y actores que
cumplen. Lo curioso es que, viendo la reacción de la platea, funciona. Y es
que, a pesar de todo su cliché, esta segunda parte es menos infantil que la
primera. No hay que pedirle más.
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