viernes, 17 de abril de 2015

¡Asu Mare! 2: Sin sorpresas ni riesgos

El éxito de ¡Asu Mare! 2 debe mucho a la primera entrega.
Si bien en ¡Asu Mare! (2013) de Ricardo Maldonado valoramos una propuesta cómica que se distanciaba de la habitual producción nacional, esta segunda parte está muy lejos de las virtudes de la primera. ¡Asu Mare! se sostenía sobre la base del unipersonal de Carlos Alcántara y esa era su principal fortaleza. El ingenio, la jocosidad y el histrionismo de Alcántara para recrear sus recuerdos de niñez y juventud permitieron dar vida a una historia que mantenía un humor cómplice y efectivo con el espectador. Las ocurrencias y anécdotas que se iban sucediendo tenían en los extractos del unipersonal un hilo conductor que, aunque a veces excesivo, daba coherencia a la cinta. A ello se le sumaba un nivel de producción inusual para el medio local y una propuesta visual con cierto gusto estético.

Eso le bastó a ¡Asu Mare! para que la disfrutáramos (sobre todo quienes no habíamos visto el unipersonal) y le disculpáramos algunas escenas flojas y cierto facilismo para resolver el tercio final de la cinta. ¡Asu Mare! lograba ser emotiva gracias a la voz en off de Alcántara y las tribulaciones de su personaje, e incluso las referencias y elementos de los ochenta estaban en función del relato.


El guion no aporta matices a los personajes ni a la historia.
En ¡Asu Mare! 2 (2015) no hallamos nada de lo anterior. Ya no están las escenas que generaban la risa inmediata por la performance de Alcántara sobre el escenario. Sin embargo, lo que podía ser una propuesta cómica a partir del relato y los personajes, se desperdicia porque estamos ante un guion bastante flojo.
Son las ocurrencias de los amigos de Cachín tal vez lo más efectivo en toda la cinta, un recurso que en ¡Asu Mare! era solo una parte más de una serie de elementos: las referencias del barrio, los protagonistas secundarios como parte de las vivencias de Cachín, la interpretación de otros personajes por parte de Alcántara, etc.

Los protagonistas son unidimensionales e incluso la tan celebrada caracterización de Ricky (Christian Meier) es una parodia tan plana que solo funciona porque la cinta es más plana aún. Emilia Drago está en un registro complaciente que raya con lo tonto; y la contraposición de las diferencias sociales se convierten en un cúmulo de clichés de las series televisivas.

Las escenas se suceden sin mayor hilaridad ni sorpresa.
La aparición de personajes extravagantes (como en ¡Asu Mare!) a cargo de ex integrantes de Pataclaun desentona esta vez porque la cinta es muy convencional en su narrativa. No se arriesga tampoco con el mundo lúdico de la televisión que se supone es ahora parte de la vida de Cachín y que hubiese permitido añadir matices y diversidad al relato. Todo se centra en el amor de Cachín y Emilia enfrentado al antagonismo caricaturesco de Ricky. Que la aparición de personajes como Queca y Tony funcionen mejor que otras escenas, aun cuando a la vez se sientan fuera de la cinta, habla de diferentes niveles, recursos cómicos y narrativos que no logran amalgamarse.

¡Asu Mare! 2 seguramente será un éxito de taquilla, pero sobre todo por los méritos y el grato recuerdo que dejó la primera entrega. Está muy lejos de ser una propuesta lograda y más cerca a la tradicional medianía de nuestra producción local. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario