Una comedia familiar convencional y sin mayores pretensiones. |
Lo cierto es que estamos ante una comedia convencional, graciosa por momentos, aunque sin vuelo. Y es una lástima, pues tenía muchos elementos para explotar: el contraste entre padres y abuelos en la forma de educar a los niños, las inquietudes propias de los
pequeños frente a la mirada tradicional y chapada a la
antigua de los abuelos, la sorna acerca de las modernas forma de educar a los
niños o, simplemente, la habilidad tan natural de Billy Crystal de hacernos
reír con un comentario o una ironía sin siquiera cambiar de expresión. Y
todo lo que describimos no se nos ocurre de la nada, pues son elementos a las que
apela la cinta en varios momentos aunque solo de forma superficial y como
excusa forzada para generar alguna situación cómica.
Artie (Crystal) y los niños dan lugar a los mejores momentos. |
Andy Fickman,
el director, prefiere ir por lo seguro y el resultado es una comedia bastante
simple que bien pudo ir directo a video. Billy Crystal es el abuelo
desconcertado y el que aporta los mejores momentos graciosos, Bette Midler se
limita a sostener su actuación a base de carisma, y Marisa Tomei (que
interpreta a Alice, la madre de los niños) cumple un papel que pudo hacerlo
cualquier otra actriz (qué lejanos están los tiempos de su encantadora
aparición en Mi primo Vinny (My cousin Vinny, 1992). Ni siquiera la escena en
que Billy Crystal y Bette Midler cantan frente a sus nietos logra pasar de lo
anecdótico.
La cinta es
tan acartonada que algún tipo de trama adicional o recurso, como la relación
entre Alice y sus padres, se nos presenta en un par de diálogos y se resuelve igual.
Lo mismo sucede con Artie, el
abuelo, quien es un apasionado narrador de partidos de beisbol (aquí Billy
Crystal está a sus anchas). El
estilo ingenuo y edulcorado de la película, habitual en muchas comedias de este
tipo, tampoco ayuda. Y sin embargo, ese tal vez sea su mayor mérito: ser una
comedia que puede verse con los más pequeños (aunque no sabemos cuán divertida sea
para ellos).
Midler y Crystal en un formato simple. |
Desde
nuestro humilde punto de vista, las comedias familiares de hoy carecen del
nivel de largometrajes que, sin ser extraordinarios, eran superiores como Mi pobre angelito
(Home alone, 1990 y 1992) o El padre de la novia (Father of the bride, 1991 y
1995).
Algunas llegan a tener chispazos, pero les falta el encanto de pequeñas cintas como Baby's day out (1994) y Mousehunt (1997).
Es curioso como aquel
buen gusto por contar historias en tono de comedia se ha trasladado a películas animadas
como Toy Story (1995, 1999, 2010), Monsters, Inc. (2001), Ratatouille (2007) o
Up (2009). Sin duda, no toda pero buena parte de las comedias familiares de hoy
está en apuros.
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