jueves, 3 de octubre de 2013

El fatal regreso de Kick-Ass

Kick-Ass 2 se limita a replicar sin creatividad los recursos de la original.
Kick-Ass (2010) fue una simpática y grata sorpresa. Matthew Vaughn (X-Men: First Class) supo dar a la cinta un estilo desenfadado, pero también ácido y con los toques gore del cómic original de Mark Millar y John Romita Jr. Gracias al buen pulso de Vaughn, el relato del adolescente que juega a superhéroe se iba tornando serio, con recursos del cómic y del cine de acción, con un estilo lúdico y una banda sonora efectiva. Lo mejor fue sin duda el personaje de Hit-Girl (Chloë Moretz).
El buen resultado de la cinta llevó a Millar y Romita Jr. a elaborar contra el reloj la segunda parte del cómic (Kick-Ass 2) para dar lugar a la secuela fílmica, que esta vez estuvo a cargo de Jeff Wadlow (Never Back Down). ¿El resultado? A nuestro gusto, y lamentablemente, una cinta sin alma y sin el brillo de la original.

Jim Carrey y un personaje que merecía más atención.
Kicks-Ass 2 (2013) lo tenía todo: los protagonistas y las referencias de la primera parte, y un Red Mist (Christopher Mintz-Plasse) convertido ahora en The Motherfucker y decidido a vengar la muerte de su padre. 
Jeff Wadlow usa todos los recursos de su antecesor: la banda sonora original, las escenas de acción con toques sangrientos, las breves referencias visuales al estilo del cómic, la actitud desenfadada de Hit-Girl, la voz en off de Kick-Ass, los amigos de la escuela, el oficial y tutor de Mindy (Morris Chestnut). Tiene además a un correcto Jim Carrey en el papel del Coronel Stars and Stripes y una serie de personajes secundarios que prometían algo más. Pero nada resulta. Porque a pesar de todas esas piezas, la cinta carece del estilo épico y emotivo que supo imprimir Matthew Vaughn a la primera cinta.

Sobran los personajes secundarios, pero no trascienden.
No hay escenas como el rescate de Big Daddy (Nicolas Cage) y Kick-Ass por parte de Hit-Girl; o la aparición de Kick-Ass con un jetpack para salvar a Hit-Girl. Jeff Wadlow no es capaz de repetir el ominoso momento de Big Daddy colocándose el disfraz sin imaginar el fatal destino que le espera; o en el otro extremo, tampoco logra una escena boba pero graciosa como la de Kick-Ass y Red Mist en el auto haciendo muecas.

Los momentos de acción son contados y no sorprenden ni emocionan, a pesar de la secuencia a cargo de Mother Russia (Olga Kurkulina) ni el enfrentamiento final sin mayor creatividad.  Tampoco surten efecto las muertes de ciertos personajes, como sí ocurría con el final de Big Daddy. Y mientras la mayoría de personajes navega en la intrascendencia o se desperdicia como Javier (John Leguizamo) o el tío Ralph (Iain Glen), lo peor viene por el lado de Hit-Girl. Sus dilemas existenciales para encajar en la escuela y su paso de niña a adolescente son un total cliché, al punto de que una escena nos hizo pensar en la próxima cinta de Chloë Moretz (Carrie, 2013). El único momento para rescatar es la mirada de Hit-Girl a través del filtro del casco mientras conduce su moto. Pero es apenas unos segundos.

Hit-Girl hace lo que puede, pero la cinta no ayuda.
Tal vez el hecho de que esta segunda parte costó menos que la primera (28 millones de dólares frente a los 30 de la original), puede explicar que incluso parezca visualmente más modesta. Al parecer, Universal Pictures nunca le tuvo mucha fe a esta película y la gente de Marv Films (la productora de las dos cintas) no pudo conseguir un mayor presupuesto.

En lo personal, nos quedamos con el recuerdo de los personajes de la primera película. Con una Hit-Girl pícara, pequeña y mortal, un Kick-Ass algo torpe pero más divertido, y sobre todo con el Adagio en D Minor de John Murphy, y American Trilogy de Elvis Presley como banda sonora. Pues la verdad, a nuestro humilde parecer, el regreso de Kick-Ass ha sido una completa decepción. 



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