lunes, 22 de julio de 2013

El regreso del Llanero Solitario

Regresa el Jinete Enmascarado en una cinta entretenida.
Vayamos al grano: El Llanero Solitario (The Lone Ranger, 2013) de Gore Verbinski (Piratas del Caribe, Rango) es una cinta entretenida que combina aventura y fantasía durante poco más de dos horas y media. Lo mejor es la recreación del Viejo Oeste, la fotografía y los escenarios, las caracterizaciones de los personajes y un relato que, si bien apuesta por un estilo ya conocido desde Piratas del Caribe, logra evitar el exceso manierista de la tercera y cuarta parte (Piratas del Caribe 2006 y 2007).

Es verdad que Johnny Depp (en el papel de Toro) tiene un protagonismo central (como sucedió con su personaje de Jack Sparrow en Piratas del Caribe), pero felizmente Verbinski no olvida la importancia del Llanero Solitario, interpretado por un correcto Armie Hammer (Mirror Mirror, The Social Network) y nos regala, sobre todo en los últimos minutos, la imagen del Jinete Enmascarado tal como la recordábamos: al galope sobre Silver y con el fondo musical de la Obertura de Guillermo Tell. En lo personal, El Llanero Solitario (The Lone Ranger, 2013) es una de las mejores cintas de entretenimiento en lo que va del año, Toro un personaje entrañable y el Llanero hace honor a nuestro héroe de la niñez.

La fotografía y la ambientación están entre lo mejor.
Verbinski tienen un mérito adicional: ama a sus personajes, a veces en exceso como en el caso del Toro de Johnny Depp (como fue con Jack Sparrow), pero sabe caracterizarlos y darles el espacio para quedar grabados en la retina del espectador. Es cierto que algunos son más logrados que otros y que pueden estar al límite de lo caricaturesco, como el malvado Butch Cavendish (William Fichtner), pero sabe recrearlos y elegir para cada uno actores que logran insuflarles vida y emoción.

Sin duda hay varios recursos narrativos y gags ya vistos en Piratas del Caribe, pero están a favor de la historia. Incluso se puede hacer paralelos, pero lo mejor es ir sin ideas previas. A Verbinski le basta mostrar, en los minutos finales, al Llanero Solitario con la Obertura de Guillermo Tell para emocionar a la platea, para alegrar a los espectadores jóvenes y para regresar a la niñez a los más adultos. Tan poderosa es esa imagen.

Dicho todo lo anterior y de reiterar que es una cinta que se puede disfrutar, hay algunas observaciones que esta vez no queremos dejar en el tintero (como hicimos con Man of Steel (2013): ¿el mejor Superman?) para tratar de ser objetivos. Eso sí, advertimos que hay un par de spoilers:

La dupla Toro-Llanero funciona en una cinta de tono familiar.
Esta es una película de Disney y de Gore Verbinski. Lo que quiere decir que hay que aceptarla tal cual. A cada escena de acción, surge algún gag o comentario gracioso que rompe el momento solemne o heroico. Cuestión de gustos. Verbinski tuvo todo (recursos, talento, reparto, efectos especiales) para hacer una cinta épica, un homenaje al western y a la serial de los cincuenta; hay escenas que son espectaculares e incluso una (la muerte de los rangers en la embocada) que, salvo por la ausencia de sangre, es tan ruda como los westerns de Clint Eastwood o el estilo de La pandilla salvaje (The wild bunch, 1969). Tal vez por eso en Estados Unidos se le dio calificación PG-13 (con advertencia para menores de 13 años). Pero en general estamos frente a una película familiar (aunque con escenas como el ingreso al cabaret o el personaje de Red Harrington con su pierna de marfil que no eran necesarios).

Destaca el buen reparto y la caracterización de los personajes.
La dupla Toro (Johnny Depp) y Llanero Solitario (Armie Hammer) funciona, pero lo cierto es que Toro hace de guía y mentor, al punto de que si bien Armie Hammer logra componer un Llanero Solitario creíble, está supeditado a la voz narrativa y a la presencia de Toro, que es el personaje con el que Verbinski realmente se deleita y al cual recurre una y otra vez para ir de la acción al humor, de la alegría a la nostalgia, de lo convencional a la pura fantasía. Esto al punto de que en el enfrentamiento final aparece más Toro, e incluso el interés amoroso del Llanero, Rebecca Reid (interpretado por Ruth Wilson), que el héroe en cuestión.

Es probable que todos estos elementos propios del estilo de Verbinski hayan complotado para que las críticas en Estados Unidos fuesen muy duras con la cinta. Y es que, como repetimos, Disney y Verbinski apuestan por un largometraje familiar en el que el Llanero Solitario pasa a ser un recuerdo en la voz de Toro. 

El imponente Viejo Oeste se descubre en varias escenas.
La cinta no escapa además a ese ánimo revisionista de las viejas seriales y la tradición hollywoodense: aquí los malos ya no son los indios ni los forajidos en sus diferentes variantes, sino la ambición del “hombre blanco” e incluso el emblemático regimiento de caballería, mensaje que imaginamos es más fácil de digerir para los críticos norteamericanos en una cinta como Danza con lobos (Dances with wolves, 1990) que en una clásica serial del Viejo Oeste.

El humor y los gags funcionan aunque restan heroicidad.
Es posible que a un héroe tan entrañable para la cultura norteamericana, sobre todo para la generación que creció con las viejas seriales, se le esperase en su versión más épica, en una revisión moderna pero también en un homenaje al western. 

Hay momentos en que simplemente queda sonreír ante los excesivos gags a cargo de Toro (Johnny Depp), cuando bien pudieron omitirse para no interrumpir la acción.

El héroe de nuestra niñez aparece al final. 
Tal vez Rango (2011), también de Gore Verbinski, esa cinta animada de extraordinarias calidad gráfica y caracterizaciones, con todo su humor y fantasía, nos devuelva mejor la imagen clásica del héroe del Viejo Oeste, pero hay una clave: en Rango hay solo un personaje central: Rango (cuya voz la pone, claro está, Johnny Depp). Y Rango es heroico y caricaturesco, dubitativo y valiente, torpe e ingenioso a la vez; y esas cualidades, en The Lone Ranger, se dividen entre Toro y el Llanero Solitario. Y en esa división Toro sale ganando, pues Verbinski se siente a sus anchas con él. 

Hay quienes critican la extensión del metraje y de algunas escenas que bien pudieron eliminarse. Es válido, pero ese, para bien y para mal, es el estilo de Verbinski.

Es probable que muchos esperasen una película diferente, pero lo cierto es que esta fórmula va con el gusto de Disney en cuanto a cintas para toda la familia. Para ser francos, si tenía que ser una cinta de Disney (tan venida a menos en creatividad y cada vez menos atrevida e innovadora), al menos Verbinski fue una buena elección.


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