Una apuesta nacional por el género de terror y el cine comercial. |
Pero ¿qué nos
pareció? La cinta replica, a su estilo, los usos y artificios del género de
terror (para ser exactos el de los últimos años), vistos en películas de mejor
factura e historia, aunque también en un buen número de cintas de regular trama
y repetitivas, pero que tienen la ventaja de mostrar mayor oficio, técnica y
recursos. Sin embargo, el toque local le brinda un atractivo que le permite generar empatía e
incluso condescendencia (sobre todo entre el público joven) con una trama irregular.
Cementerio General
apunta al espectador joven tanto por la historia como por el elenco elegido. Lo
que no está mal. La secuencia inicial llega a generar expectativa,
pero las actuaciones poco naturales del elenco y un guion bastante simple restan desde el inicio
fuerza e intensidad al relato. Y ese es
el punto más bajo del largometraje. No estamos frente a personajes, sino a
personas que actúan, a ese tipo de interpretación habitual en las teleseries
locales (también de muy baja calidad) e incluso a la de aficionados o aprendices. Por
supuesto, hay escenas (en la secuencia nocturna en el cementerio) en que la acción termina por imponerse y algunas partes logran ser creíbles.
Es cuando se
desencadenan los sucesos terroríficos que la cinta alcanza sus mejores momentos
con el estilo de cámara en mano, claramente basado en El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999). Sin
embargo, los gags y bromas (efectivos al inicio) se vuelven innecesarios en el
cementerio y quiebran los momentos de tensión (la escena del adicto
que se levanta de la tumba era más que suficiente).
Mientras corren y
gritan los personajes, o se muestran las imágenes desde el filtro de
la cámara en mano, se logra en parte el efecto deseado; pero cuando se debe interactuar
o se da paso a los diálogos, las escenas flaquean. Tal como está planteada, la
secuencia del cementerio se extiende demasiado, pues a diferencia de El proyecto de la bruja de Blair, aquí
no hay un largo recorrido que permita dosificar la
tensión ni extender el suspenso por varios minutos hasta el clímax de terror.
El giro de la
historia en la parte final se extiende en repetir escenas de terror vistas en otras cintas. Lo peor es que la figura fantasmal luce falsa y la
última escena, aunque efectista, no logra mejorar ese detalle. Desde nuestro
humilde punto de vista, en las películas de género no basta con replicar
estilos, sino hacerlo con criterio y si es posible con originalidad.
Dicho todo lo
anterior, Cementerio General acierta
en el uso de la cámara en mano, en los sonidos y los fondos sonoros y
ambientales, en respetar el género. Los
créditos finales con las imágenes al estilo cómic llaman la atención y bien
podrían ser un producto comercial adicional para una cinta que ha sabido
promocionarse. Una cinta que demuestra que el cine comercial es posible en la
industria local y que es tan válido y respetable como el cine de autor.
Tal vez el mayor mérito es haber sabido atraer a su público (joven en su gran mayoría) y
tratar de coincidir con los gustos de este. Pero aunque muy dispuesto a
divertirse sin mayores exigencias, también este público sabe reconocer lo que le
ofrecen. “Para ser peruana está bien”, me comentó una muy joven cinéfila. Y esa
medianía, esa adecuación resignada de las expectativas que asume el espectador ante el cine local,
esa sensación de un resultado en su conjunto solo regular en el mejor de los casos, es tal vez la deuda más grande
del cine nacional (ya sea el cine de autor o el cine comercial).
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