viernes, 17 de febrero de 2017

La la Land: La nostalgia del musical


La La Land es una historia menor, una historia conocida, pero decorada con una estilizada coreografía que apela al musical, al glamour y a los recursos de un cine de antaño.
 
Ese es su mayor mérito.
 
Su escena inicial (con la canción y el baile en mitad de un atolladero de autos) es tal vez la más floja y la premisa de los dos jóvenes artistas que buscan alcanzar sus sueños es solo un detalle anexo que se sostiene por el carisma de los dos protagonistas centrales. 
 
Hay una serie de recursos narrativos y visuales que son gratos porque son efectivos, al punto de que llegan a emocionar.
 
Es un ejercicio fílmico correcto que funciona en lo visual pero que no alcanza una connotación mayor porque la historia no se arriesga a profundizar en los personajes ni nos muestra ese mundo maravilloso que solo se vislumbra en las escenas coreografiadas.
 
Es seguro que un cinéfilo con un vasto conocimiento disfrutará de todas las referencias fílmicas y guiños que ofrece esta cinta.
 
En la cinta, Ryan Gosling y Emma Stone tienen carisma y frescura.
Y es seguro que la Academia celebrará este homenaje al cine glamoroso del Hollywood de los cincuenta con varios premios (aunque  la cinta también tome inspiración  en el cine europeo).

Por eso La La Land funciona muy bien cuando se disfraza de aquella época y se aleja del entorno cotidiano. Por eso hay algo de artificial en la mayor parte de la puesta de escena (la cinta en sí misma en una metáfora). Y por eso es siempre algo cotidiano (como el sonido de un celular) lo que quiebra los momentos de fantasía.
 
Es una cinta "simpática" con algunas escenas para el recuerdo y que le dejan a uno las ganas de volver a ver los clásicos musicales de un Hollywood que tenía antes más candor.

 
 

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